Por Guillermo Cherashny.-

Sorprendió al gobierno, al Frente Renovador y mucho más a los cristinistas la gran movilización en todo el país y principalmente en la Capital Federal, ya que en la Plaza de Mayo se congregaron entre 120 y 150.000 personas por una convocatoria de los votantes del PRO, Carrió y radicales a los que el gobierno no se sumó por miedo a la comparación con las anteriores marchas opositoras.

El principal llamado de atención es a los intendentes del conurbano que, perteneciendo al peronismo, aún le temen a la ex presidente y su círculo intimo de impresentables, como La Cámpora, Yasky, Baradel y mucho más, que cantan en la marcha «vamos a volver» cuando los pueblos jamás vuelven para atrás.

Si bien es muy temprano para hacer un análisis completo, se puede decir que decenas de miles de ciudadanos creen seriamente que la democracia está en peligro y es un mérito del call center de trolls del PRO, que le metieron esa consiga en la cabeza a los que temen la vuelta de Cristina.

Siempre dijimos que los trolls del PRO marcan tendencia y que después tiene miles de seguidores que acompañan, porque soportaron doce años de los K, que crearon un nuevo gorilismo que califica a todo crítico del gobierno como «peroncho», una nueva categoría social que quieren que desparezca de la faz de la tierra.

Las consigas “que devuelvan la plata robada” y “cárcel para los corruptos” no se compadecen con la actitud pasiva del gobierno, que quiere a Cristina libre para polarizar con ella. Pero hasta hoy, esas decenas de miles de ciudadanos no saben que el gobierno influye en la justicia para que no llegue hasta la principal responsable de doce años ignominia.

Los nuevos gobernadores peronistas y los intendentes jóvenes del conurbano deben saber ahora que si arreglan con el cristinismo no tienen futuro.

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