Por Guillermo Cherashny.-

El viaje del presidente por Europa fue un soplo de aire fresco para él y para Martín Guzmán, aunque sólo lograron declaraciones de apoyo verbal en la negociación de la deuda con el Club de París y el FMI, en tanto en el plano local se produce una ofensiva del kirchnerismo en todos los frentes y el presidente no toma decisiones autónomas salvo apoyar a Martín Guzmán ante la ofensiva de los senadores K de utilizar el próximo envío de 4400 millones de dólares en derechos especiales de giro para aumentar la demanda, ya que sólo se pueden utilizar para pagar deuda con el Club de París y el FMI.

Desde Europa, Alberto dijo que ese proyecto senatorial era una mera declaración, bajándole el precio a la presión sobre el ministro de economía para aumentar el gasto público, lo que significa no sólo no acordar con el FMI sino también aumentar el déficit fiscal y aumentar aún más la inflación.

Pareciera que en el kirchnerismo están seguros de ganar las elecciones legislativas o bien son unos inconscientes que se quieren pegar un tiro en el pie como en el 2015. Además, al producirse la agresión de los terroristas de Hamas contra Israel, la cancillería, avalada por el propio presidente, siguió el lineamiento de la ONU, que hace años condena el derecho de defensa de Israel frente al terrorismo islámico. En ese punto, AF cambió su posición frente al estado hebreo que tuvo al comienzo de su gestión visitando ese país, donde fue recibido en un almuerzo por el premier Netanyahu y también por mantener como organización terrorista al hezbollah. Esa declaración de la cancillería argentina fue innecesaria, porque decir que condena la desproporción de la respuesta israelí, dicho por Argentina, no le mueve un pelo a Netanyahu, pero no alcanza para quedar bien con el mundo árabe y es un tropiezo en las relaciones con Israel que se podrá encarrilar en el futuro. El problema es que el kirchnerismo se engolosinó y querrá seguir condenado a Israel y solidarizarse aún más con los «pobres» palestinos y no condenar al terrorismo.

Otra zancadilla fue la declaración del gobernador Kicillof cuando pidió estatizar la Hidrovía, cuando el Ministerio de Transporte decidió renovar la privatización de las vías navegables, donde los principales candidatos son dos empresas belgas y otra holandesa, expertas en dragados internacionales. Parece que Axel Kicillof, al proponer que el estado cobre el peaje de la Hidrovía, quizás «compró» el verso de algunos aprendices de brujos, como los primos Tettamanti. Uno de ellos, Pablo, el vicecanciller, autor de la declaración contra Israel, y su primo Horacio, un «experto» en puertos que propone estatizar lo que el gobierno le prometió a la OCDE y a la Comunidad Europea. Estos sectores fantasean con cobrar por el peaje de la Hidrovia -unos 6000 millones de dólares- cuando en realidad es un negocio de 300 millones de dólares que deja un 20% de ganancias y que, manejado por el estado, paralizaría el comercio exterior argentino del complejo agrícola-ganadero, porque el estado no tiene dragas y el cobro del peaje sería una ventana para la corrupción y se convertiría en un nuevo Vicentin para el gobierno.

Por último, el viernes pasado, un grupo de 25 personas sobre 300, que fueron echados en el macrismo de Ferrocarriles Argentinos y de los cuales a más de 270 se le arregló la situación. Este pequeño grupo, que no tiene ningún derecho a volver a ese trabajo, ocupó las vías del Ferrocarril Roca durante 4 horas, parando el Tren Roca y generando una aglomeración en horas pico en Plaza Constitución, no fueron desalojados por las fuerzas federales que conduce la ministra Frederic, seguramente avaladas por el Santiago Cafiero, mostraron las características de un estado fallido que, por no reprimir, paralizó la actividad ferroviaria y quizás fomentó la creación de un grave foco de contagio en momentos de aumento de los casos de coronavirus.

Así las cosas, el gobierno transitó una semana negra de conflictos que no pudo tapar el apoyo moral de la gira europea.

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