Por Guillermo Cherashny.-

El comienzo del año muestra a un Gobierno que, lejos de solucionar la herencia recibida, no la agravó pero tampoco mejoró algo, como los cortes de luz en enero. Durante los K eran pocos con tarifas regaladas porque la mayoría veraneaba. Ahora, con tarifas que aumentaron el 1000% y con más gente veraneando, los cortes en la Capital, Conurbano y La Plata demuestran que hasta ahora da la impresión de que aumentaron las ganancias de las eléctricas y subas meteóricas de sus acciones en Argentina y Wall Street, y cada vez el servicio es peor, generando la indignación popular de ser estafados. Encima la inflación de diciembre fue del 3,1%, 0,2% más que la inflación anual de Brasil, que está en un estado calamitoso en materia económica y de corrupción.

El problema más grave es el círculo vicioso en el plano económico en que se encuentra el gobierno, ya que si baja las tasas de las LEBACs se dispara el dólar y si no las baja sigue al atraso cambiario.

En este estado de cosas, el país se divide en una concentración de riqueza donde los grandes ganadores son las constructoras, bancos, siderúrgicas y empresas de energía, pero con una caída importante de la producción de petróleo y gas y con una suba del petróleo a nivel internacional a 65 dólares el barril, lo que preanuncia otro aumento de la nafta del 15%.

A todas estas calamidades se agrega la caída de la imagen del gobierno y del presidente y de la confianza del consumidor que mide la Universidad Di Tella y, lo que es más grave aún: es la primera vez en dos años de gobierno que las expectativas futuras son mayoritariamente negativas y no positivas.

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