Por Guillermo Cherashny.-

La decisión del presidente Macri de nominar como su vicepresidente al senador miguel Ángel Pichetto es, sin duda, una hábil maniobra para ensanchar la alianza Cambiemos, como reclaman los gobernadores radicales Gerardo Morales y Alfredo Cornejo quienes recibieron muy bien la jugada, porque reclamarán más legisladores nacionales y ministerios por su poder territorial, que es de lo que carece el PRO. Por su parte, Elisa Carrió se tragará otro «sapo» más, al igual que muchos PRO que hablaban de los males incurables que se generaron en «70 años de peronismo», frase que seguramente mandarán al archivo de los recuerdos. Pichetto hace tiempo se había apartado del pensamiento peronista al hablar del «pobrerío» y reclamar «mano dura» contra el delito y la inmigración pero nadie puede negar que Pichetto es un hombre de estado con gran experiencia y un cuadro político con mucha mayor densidad que cualquiera de los dirigentes del PRO, de ahí que, si bien no le sumará votos, demuestra que Cambiemos abrió la mente y se convertirá en una verdadera coalición de gobierno, como reclamaba la UCR a través de los dirigentes que gobiernan territorios y que los están perdiendo en las elecciones provinciales.

Por el otro lado, ante la anunciada unidad del peronismo con Sergio Massa y el Frente Renovador ingresando en una coalición opositora junto al peronismo y Unidad Ciudadana, lo que, sumado a los triunfos justicialistas en la provincia, convierte al peronismo unido en una fuerza difícil de derrotar, más teniendo en cuenta que Pichetto y los dirigentes peronistas que lo apoyan, sólo Juan Schiaretti puede generar algún apoyo electoral.

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