Por Guillermo Cherashny.-

Desde el martes a la noche, Julio de Vido, a través del abogado Freddy Lijo, hermano de Ariel, el juez federal, negoció con la Justicia y con el Gobierno que no lo detuvieran en su domicilio, que no le pusieran un casco como los anteriores detenidos vinculados a la corrupción K y que fuera internado en el hospital de Ezeiza para tratar su diabetes, ya que es insulino-dependiente.

Todo esto, a cambio de que el ex ministro de Planificación no mencionara a empresarios cercanos a la Cámara Argentina de la Construcción, en momentos en que se produce un shock de obras públicas que podría peligrar en caso de que el arquitecto soltara la lengua.

La mayoría de los medios vende otra versión y es que De Vido amenazó con implicar a Cristina y otras figuras del kirchnerismo que participaron durante doce años del Gobierno hasta el 2015, pero eso no pasa por la cabeza del recientemente detenido.

La que no conocía las negociaciones es Patricia Bullrich, la Ministra de Seguridad que, sabiendo que no estaba en el domicilio de Avenida del Libertador, mandó al Grupo Alacrán, es decir los comandos especiales de la Gendarmería que armaron un show con 200 personas del barrio que entonaban la consigna macrista «sí se puede» mientras el detenido se presentaba voluntariamente en Comodoro Py por una puerta lateral y concurría al juzgado donde, usando su derecho, se negó a declarar. Su silencio valdrá oro, ya que conoce todos los vericuetos de los contratos y licitaciones de obra pública, vivienda y energía donde participaron todas los empresarios de la construcción y de la energía y que ahora participan en las «licitaciones transparentes» que organizan Guillermo Dietrich y Juan José Aranguren.

En la conferencia de prensa, Recalde, jefe del bloque del FPV, mencionó a Eduardo Gutiérrez, testaferro de José López y socio de Nicolás Caputo, quien está esperando un juicio oral por sus vinculaciones a López y que Recalde denunció que el juicio oral está demorado innecesariamente.

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