Por Carlos Tórtora.-

“Puedo darle la interna al ingeniero y si pierdo lo acompaño”, fue la frase que le atribuyen a Javier Milei. La interpretación es doble. Si por acompañar quiso decir apoyar, es una cosa. Ahora, si se refirió a ser el vice de Macri, olvidó que la ley 26571 prohíbe cambios en las fórmulas presidenciales que resulten de las PASO y, por lo tanto, el que pierde la interna no puede entrar en la fórmula presidencial. Más allá de esta realidad, esta semana, y por primera vez, Juntos por el Cambio mostró señales de posible fractura. El comunicado de la mesa nacional de la alianza, que rechaza el ingreso a la misma del economista libertario, es una obra maestra de la torpeza política, por cuanto aquél ya había rechazado ingresar a JxC y, de este modo, el rechazo es un absurdo. Tanto Mauricio Macri como Patricia Bullrich ya llegaron a la conclusión de que su electorado tiene el mismo perfil que el de Milei y que, si ambos siguen la línea impuesta por la UCR y Rodríguez Larreta, puede migrar hacia La Libertad Avanza.

El alto el fuego

Por lo pronto, Juntos por el Cambio sufre una crisis ideológica que está pasando rápidamente al plano político. La contienda entre liberales y socialdemócratas afloró ahora con toda contundencia. Macri estaría pensando en su candidatura presidencial y creería que un camino sería la interna con Milei. Los radicales, o por lo menos Gerardo Morales, piensan, por su parte, en una PASO con Rodríguez Larreta, y Elisa Carrió está obligada a seguir este camino.

Por su parte, tanto kirchneristas como albertistas aplauden el inminente quiebre de la alianza opositora, lo que aumentaría las posibilidades del oficialismo de ganar con ballotage y aun sin éste.

Las posibilidades de que la fractura no llegue a consumarse son bajas, sobre todo si Macri se proyecta como candidato. Es de suponer que por ahora haya un alto el fuego para mantener las formas, pero el problema resurgirá inevitablemente.

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