Por Guillermo Cherashny.-

La última justificación de la grave crisis que sufre el país, que estimula el gobierno de Cambiemos, fue esbozada por el periodista Jorge Fernández Díaz -que además es un exitoso novelista, ya que publicó dos libros sobre espionaje- es que hay una conspiración de fondos de inversión aliados al peronismo, empresarios locales, consultores económicos y el periodismo que fomentaron la compra de dólares que provocaron la salida de 12.000 millones de dólares del BCRA.

Luego se sumó Lilita Carrió, que cada vez dice más pavadas conspirativas, diciendo que desde el 10 de diciembre del 2015 lo quieren voltear a Mauricio Macri y que los culpables son todos los peronistas sin distinción y niega la mala praxis en materia económica de este gobierno con las altas tasas de interés para combatir la inflación y el gigantesco crecimiento de las LEBACs por la emisión monetaria que lleva adelante el mejor equipo de los últimos 50 años.

Para estos electores liderados por el novelista y la denunciadora -ahora silenciosa de la corrupción gubernamental- también Donald Trump y su política económica es una conspiración contra la política económica de Macri, ya que subieron la tasa de los bonos de 10 años del Tesoro de los Estados Unidos, que provoca la suba del dólar y la caída del precio de la soja. Hablan de la sequía pero de ese fenómeno climático no hablan de una conspiración, por suerte.

El problema es que esta alocada teoría es comprada por el presidente y por el electorado cautivo de Cambiemos, que es profundamente antiperonista, y compran cualquier teoría que culpe al peronismo de todos los males y este electorado se manifiesta en las redes sociales coincidiendo con Carrió en apagar la televisión para no ver ni escuchar al periodismo político también llamado «perionismo» con la misma responsabilidad de «los peronchos». En este clima de locura colectiva del oficialismo nada bueno puede salir y así vamos a los tumbos.

Share