Por Carlos Tórtora.-

La decisión de avanzar con la reforma judicial está tomada en el gobierno y la elaboración del proyecto de ley respectivo progresa en un mar de incertidumbres. Todo indica que Cristina Kirchner ha logrado que Alberto Fernández le dé luz verde a un proyecto que es muy de ella. Un reperfilamiento del poder de los jueces federales, transfiriendo el protagonismo del proceso a los fiscales y federalizando los magistrados nacionales podría abrirle al kirchnerismo las puertas de la victoria sobre Comodoro Py. Lo cierto es que CFK tiene como prioridad vaciar de poder al fuero federal sin importarle demasiado la transferencia de poder a los fiscales. Lo que ella privilegia es que una reforma que licue el poder de los jueces federales será tal vez su mayor triunfo político. Para Alberto Fernández el tema tiene otras implicancias. La negociación de la deuda pública obligará al gobierno a realizar concesiones importantes tanto al FMI como a los bonistas y nada mejor que el primer plano de la información sea la guerra entre el gobierno y Comodoro Py. Una cortina de humo bastante convincente serviría también para paliar en la opinión pública los efectos negativos del impuestazo en marcha.

La trama

El gobierno está dispuesto a precipitar la renuncia de al menos la mitad de los magistrados del fuero federal porteño, para lo cual contaría con investigaciones patrimoniales que afectarían a los mismos y el nuevo jefe de la UIF, Carlos Cruz, es de la confianza presidencial. Otro frente de combate sería el de la AFI, donde los miembros de Justicia Legítima -que preside la titular del organismo Cristina Caamaño- ya están trabajando con los dossiers de los magistrados federales. Como parte de la operación, desde la AFI se revelarían detalles de cómo funcionaba la trama organizada por el macrismo entre operadores de inteligencia y juzgados federales.

En el kirchnerismo crece la confianza en éste su segundo intento por ponerle el pie en la cabeza a los tribunales federales. Una observación que vale la pena tener en cuenta es que difícilmente el macrismo esté en condiciones de resistirse seriamente a la reforma judicial. Sobre todo con el nivel de deterioro que tienen en la opinión publica los magistrados más conocidos por los medios. En este sentido, el descabezamiento y el cambio de reglas de juego se parece más a la remoción de los miembros de la Corte Suprema realizada a instancias de Néstor Kirchner en el 2004, cuando el kirchnerismo atacó por sorpresa a una Corte conocida como de la mayoría automática, consiguiendo la renuncia compulsiva de todos sus miembros para evitar así el juicio político.

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