Por Sebastián Dumont.-

Luego de su viaje a Davos con el presidente Mauricio Macri, Sergio Massa salió a manifestar que sigue siendo adversario a Cambiemos y que quiere ganarle en 2017 y 2019. Es una aclaración circunstancial, porque en las vueltas de la política plantear algo así es de notoria precocidad. Sí marca que su fuerza política -el Frente Renovador- es un espacio independiente y tiene su propia impronta. Sin embargo, la buena sintonía entre Massa y el Frente Cambiemos desemboca en la incorporación de muchos de los protagonistas en distintas áreas del gobierno provincial, nacional y también en la ciudad de Buenos Aires.

El año pasado, en este medio se dio la primicia del “acuerdo de la milanesa”, que implicaba un entendimiento entre Macri y Massa antes de las elecciones, cuando cenaron en la casa del ahora presidente y su esposa, Juliana Awada, sirvió milanesas como menú. Si bien en la mentalidad del PRO nunca evaluaron hacer un pacto electoral con Massa, la sintonía de la gobernabilidad se habló aquella noche. Y hoy se ve con demasiada claridad, a punto tal que los equipos de uno y otro se entrelazan.

Para Cambiemos, haber ganado la ciudad, la provincia y la Nación se constituyó en un hecho único que requiere de completar una grilla interminable de cargos. De todas maneras, ninguna designación es inocente y está dada sólo en el hecho de sumar. Se traduce el acuerdo político. Les sirve, por ahora, a todos. Hasta que llegue el momento de las definiciones electorales donde, más allá de los recientes dichos de Massa, no se puede descartar un acuerdo en 2017 similar al llevado adelante en 2013 para ganarle en la provincia al cristinismo.

Mucho se ha escrito de los funcionarios cercanos a Massa que se sumaron y se sumarán al gobierno de Macri y, sobre todo, al de María Eugenia Vidal. Sucede que varios de ellos ocupan sitios de no tanta notoriedad pública, pero con manejo de acciones. Representa la posibilidad de desplegar política. No es menor.

Pero el entendimiento no se agota en provincia y nación, sino que ha llegado también a la Capital Federal. Quizá era lo más esperable, conociendo la antigua relación entre Massa y Horacio Rodríguez Larreta.

Pero todo ello es tomado, guste o no, como señales políticas. Sergio Massa deberá administrar muy bien este momento de cercanía para no terminar desdibujado. Pero eso será una discusión para más adelante.

Por lo pronto, en las próximas horas se sumaría al gobierno de Horacio Rodríguez Larreta el diputado nacional Marcelo D’Alessandro. Se lo considera del espacio de Massa pero tiene vuelo propio y muy buena relación con el mundo de la justicia, sobre todo con María Servini de Cubría. D’Alessandro estaría a cargo de todas las fuerzas de seguridad de la ciudad de Buenos Aires. Es decir, Policía Federal y Policía Metropolitana.

Además, por goteo, van apareciendo otros nombres ligados a Massa en la órbita del gobierno de la ciudad. Un caso es el de Gustavo Álvarez, quien formó parte de los equipos técnicos de Massa en el área de transporte y fue funcionario en la ciudad durante el gobierno de Jorge Telerman.

Ahora se suma al directorio de la empresa estatal Subterráneos de Buenos Aires. Lo mismo sucede con Silvia Mozeris, dirigente del Frente Renovador de Avellaneda.

Como se ve, Massa aumenta su presencia en distintas áreas nacionales, provinciales y de la ciudad de Buenos Aires. Esos nombres se suman a los ya designados, como Ricardo Delgado en el ministerio del interior a cargo de las obras públicas, Mario Meoni y Daniel Arroyo en el directorio del Banco Provincia, entre otros. Y vendrán más nombres, entre los cuales se encuentra más de un ex intendente que integra las filas del Frente Renovador.

Share