Por Alexis Di Capo.-

En el Frente para Todos se viven momentos de tensión, porque el desarrollo de la política de acuerdos de Alberto Fernández le resta espacios a La Cámpora. Un ejemplo claro es la definición de la lista porteña, donde el sanlorencista Matías Lammens se quedó con la candidatura a jefe de gobierno aunque Mariano Recalde será el candidato a primer senador. En la compleja Buenos Aires, se está armando el rompecabezas haciéndoles lugar a los legisladores provinciales y concejales del massismo, que, por otra parte, no son muchos. Pero más complejo es el caso de los intendentes, que no sólo aspiran a la reelección sino a que haya listas únicas para los cargos municipales. En muchos casos, el mantenimiento de la mayoría oficialista en el Consejo Deliberante depende de un concejal o dos, que bien podrían ser los que obtenga La Cámpora si presenta lista propia como ahora amenaza. En los últimos días, el bloque de intendentes que se abroquela en el PJ con Gustavo Menéndez y Fernando Grey le encargaron al alcalde de Lomas de Zamora Martín Insaurralde que mediara con Máximo Kirchner para que no haya listas propias de La Cámpora en ningún municipio gobernado por el PJ. El tema no es sencillo, porque no sólo están en juego cargos locales sino el balance del poder en caso de ganar. Tanto Eduardo Wado De Pedro como Andrés Larroque estarían convencidos de que, si Axel Kicillof llega a gobernador, estará cercado por un cinturón de intendentes del PJ que le pondrán límites y que estarán en línea con la Casa Rosada, o sea con Alberto Fernández. De ahí que La Cámpora se preocupe ahora por aumentar su poder territorial, que nunca fue importante. La pulseada en marcha es una de las primeras entre cristinistas y albertistas. Un presagio de los días que pueden venir si se instala un poder bicéfalo.

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