Por Guillermo Cherashny.-

Después de las elecciones del domingo pasado quedaron descartadas algunas hipótesis sobre la etapa política que se abre. Una de ellas es que el peronismo está en un fin de ciclo como responsable de 25 años de desastre económico, cosa que pocos niegan. Sin embargo, es indudable que entre los votos de Daniel Scioli, Sergio Massa, José Manuel de la Sota y Rodríguez Saá, el 62% de los que votaron en las PASO lo hicieron por el peronismo en sus diferentes variantes. Ya sea el kirchnercristinismo o la versión antik. Con estos números globales la tesis de que se puede ganar con el no peronismo -postura de Mauricio Macri y Elisa Carrió- parece tener un techo de no mucho más del 35%. En esta suma estamos excluyendo a progresistas y trotskistas que nunca votarían ni al PJ ni a CAMBIEMOS. Distinto es si queremos encontrar a quienes no quieren al kirchnercristinismo. Entonces el techo sería de más del 50%, porque hay dirigentes del Frente para la Victoria que también están cansados del unicato iniciado por Néstor y continuado por Cristina. Claro que esta amplia mayoría no pudo llegar a un acuerdo como sí ocurrió parcialmente en el 2013, cuando se derrotó netamente al FpV en la Provincia de Buenos Aires.

El segundo intento para polarizar

Tanto Macri como Carrió rechazaron aliarse con Sergio Massa. Esto mientras el electorado independiente clama todavía por un acuerdo ya imposible entre las dos fuerzas. Llegadas las cosas a este punto, CAMBIEMOS, después de fracasarle la polarización con el gobierno, intenta lograr la misma en la primera vuelta, mandando velados mensajes al establishment y los medios para que Massa o Felipe Solá se bajen de la carrera electoral, pero no es difícil que estas presiones den resultados concretos. Entonces es muy probable que haya un nuevo intento de polarizar por parte de la mayor parte de los encuestadores. Muchos de ellos están contratados por los gobiernos nacional, bonaerense y el de la Ciudad de Buenos Aires. Esta vez, tanto a CAMBIEMOS como el FPV les conviene que Massa siga vivo pero deflecado. Éste es el pensamiento del macrismo, con el objetivo de que pueda llegarse al ballotage. En el caso del FpV, apuntaría a ganar en primera vuelta con el 45%. En CAMBIEMOS ahora reina el optimismo por el desgaste de Scioli gracias a las inundaciones en Buenos Aires, no porque acontecieron sino porque piensan que él quedó mal parado por su viaje y rápido retorno desde Italia. Y sobre todo, porque los funcionarios de las áreas específicas del gobierno provincial no pueden explicar tanta ineficiencia. No obstante ello, con Scioli nunca se sabe, porque es de amianto, y nos recuerda que algo parecido pasó con Fernando de la Rúa, que ganó con el 48%, en parte gracias al exitoso trabajo de imagen desarrollado por Ramiro Agulla, que lo presentó como un presidente ejecutivo y altamente eficaz. Pero en cuanto empezó a gobernar, a los cuatro meses ya tenía una fuerte oposición. Hoy Macri y Carrió creen que pueden trabar el acceso de Scioli a la presidencia. Entonces habrá que ver si el 25 de octubre habrá más antisciolismo que antimacrismo o a la inversa.

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