Por Carlos Tórtora.-

El círculo áulico del presidente festeja la caída de Roberto Feletti como un triunfo del albertismo, mientras que en el Instituto Patria se consuelan diciendo que, al irse aquél y ser reemplazado por el guzmanista Guillermo Hang, toda la responsabilidad por la inflación le cabe a Martín Guzmán. La realidad es que, muy a su manera, Alberto se le plantó a Cristina y no lo no remueve a Guzmán sino que lo potencia. Esta situación le plantea a ella un desafío nuevo. Hasta ahora, el presidente no se animaba a recortarles poder a los funcionarios cristinistas. Ahora, el pasarlo a Feletti a la órbita de Guzmán, se animó a más. Todos miran entonces a la vicepresidenta, que debe elegir muy bien cuál será su respuesta.

La Corte

Esta situación se da en el medio de otra que le interesa fundamentalmente a ella. Por primera vez, la ampliación del número de miembros de la Corte Suprema cuenta con un fuerte respaldo político, el de la casi totalidad de los gobernadores peronistas, salvo Juan Schiaretti y Omar Perotti, que se plegaron a la tesis de Raúl Zaffaroni de rearmar una Corte con 24 miembros, uno por provincia, lo que convertiría a la misma en un órgano federal.

Con una Corte así, no le resultaría difícil a CFK enhebrar una mayoría que le ponga punto final a las causas por corrupción que la acosan. Pero para que esto se concrete es fundamental que sea Alberto el que envíe el proyecto de ley de ampliación de la Corte al Congreso. De ahí que la expresidenta depende ahora de la colaboración de Alberto para darle forma primero al proyecto de ley y luego obtener la mayoría absoluta en el Senado.

Este problema obliga a una negociación que difícilmente se pueda dar en un clima de enfrentamiento. Para Cristina, no hay, en efecto, una prioridad mayor que controlar el Poder Judicial.

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