Por Carlos Tórtora.-

El fin de año encuentra al gobierno metido en un llamativo bajo perfil y, sobre todo, en un marcado silencio sobre la oposición. Fuentes kirchneristas señalan que la Casa Rosada tiene grandes expectativas sobre la evolución de la crisis interna de Juntos por el Cambio y que la mejor forma de crear condiciones para su agravamiento sería no atacar a la coalición opositora. Según este razonamiento, si sufriera embates, la oposición tendería a unificarse, mientras que en caso contrario se ahondarían sus diferencias.

Por lejos, la crisis opositora pasó a ser el tema número uno de la política, relegando a un segundo plano a la tensión entre CFK y AF, que parece estar en una etapa de relativa calma. En líneas generales, los analistas describen a esta crisis como de liderazgo político, una manera eufemística de decir que Juntos por el Cambio carece de un liderazgo hegemónico, lo que lo lleva a quedar sometido al choque de distintos liderazgos que no alcanzan a imponerse. El caso más típico es el Horacio Rodríguez Larreta, que sin duda es quien acumula más poder interno en el PRO, pero esto no significa que ejerza la conducción política del sector. Con mucha menos estructura, Patricia Bullrich se las arregló hasta ahora para frenar al jefe de gobierno. La novedad en esta interna es que hay ahora una figura radical, Gerardo Morales, que desde la conducción de su partido intenta arrebatarle al PRO la candidatura presidencial, aunque Larreta consiguió armarle un frente interno a través de Martín Lousteau.

El factor Vidal

Asustada por la cantidad de señales de crisis, la cúpula de JxC reaccionó con la lógica de los colegiados, esto es, creando otro colegiado para intentar prevenir rupturas, una fórmula que no evita la crisis de liderazgos y que más bien operará como un factor de contención. Si bien la mayor parte de las miradas se concentran en los tironeos de la bancada de diputados nacionales de la oposición, necesitada de recuperar volumen político, María Eugenia Vidal construyó un nuevo frente de tormenta con su no contundente a cualquier modificación de la ley que prohíbe en Buenos Aires la reelección de los intendentes. Vidal no oculta sus ambiciones presidenciales y aprovecha el déficit de liderazgo de Larreta para plantarse fuerte. En el entorno de ella afirman que no tiene prejuicio alguno para disputarle una PASO a Larreta, luego de que éste la marginara de ser su sucesora al privilegiar su acuerdo con Lousteau. La irrupción de Vidal al primer plano podría ser un intento para darle al PRO un nuevo liderazgo que sustituya al de Mauricio Macri. Pero, por lo menos en principio, Patricia Bullrich se alzaría de inmediato contra el proyecto vidalista.

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