Por Carlos Tórtora.-

Fue un hecho más aparte de las disidencias por la venta de Transener y el juicio sobre la AMIA. En Twitter, el jefe del interbloque Cambiemos y aliado de Elisa Carrió Mario Negri expresó: “Díaz Gilligan, funcionario, debería pedir su separación del cargo, ir a la Justicia y aclarar su proceder. No es condena, la “vara” sobre la transparencia está puesta muy alta por parte de Cambiemos. No hay que incomodar al gobierno, sino ayudarlo”. Bastó con estas señales más otras salidas del “retiro espiritual de los radicales” para que en el PRO ya interpreten que Cambiemos está agonizando o transformándose simplemente en el gobierno del PRO a secas.

Si se llegara al punto de una separación formal, el PRO quedaría posicionado como tercera fuerza en muchas provincias donde la UCR le aporta el grueso del aparato político y el PJ le sigue en importancia. Pero aun sin tremendizar y en caso de que la sangre no llegue al río y se preserven la mayor parte de las alianzas para el 2019, el oficialismo está dejando de pensar en la UCR como aliada.

Con un final abierto por ahora, la crisis entre la UCR y el PRO tendría sus coletazos en la interna de este. El más notable se daría en la provincia de Buenos Aires, donde el vicegobernador es un radical, Daniel Salvador. El crecimiento de los disidentes con Ricardo Alfonsín a la cabeza podría sumar a unos cuantos intendentes radicales, sobre todo en las secciones cuarta, quinta y sexta.

Un futuro distinto

Lo cierto es que, al menos hasta ahora, la presencia junto al macrismo del poderoso aparato radical bonaerense servía para “bajarle los humos” a María Eugenia Vidal que, pese a una incipiente baja en las encuestas, sigue bastante arriba de Macri en materia de imagen positiva.

En cambio ahora, el enfriamiento con la UCR podría marcar cada vez más fuerte la dependencia que el macrismo tiene de la gobernadora en el distrito donde se definen las elecciones nacionales. Acompañando este proceso, la tensión entre el relato del libretista oficial Jaime Durán Barba y el discurso vidalista es cada vez más grande. El ecuatoriano va por todo al decir que dentro de cinco años los camioneros serán robots y en cambio la gobernadora apuesta a una negociación con el moyanismo. Macri tuvo que presionarla personalmente para que ella se plantara en el 15 por ciento de techo para el aumento a los docentes. Ahora, con la crisis con los radicales como telón de fondo, Vidal puede llegar a sentirse con algo más de autonomía algo que en el PRO es muy difícil de sostener.

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