Por Carlos Tórtora.-

Mientras Horacio Rodríguez Larreta se reunía con Mauricio Macri en Cumelen, su equipo de trabajo en Buenos Aires realizaba una doble tarea: por un lado, efectuaba un control de daños sobre los efectos de los chats revelados del Ministro de Justicia y Seguridad Marcelo D’Alessandro y, por el otro, desplegaba un exhaustivo operativo para que los medios se desentendieran del tema. La crisis provocada por los chats que muestran la existencia de una relación de negocios entre D’Alessandro y la mano derecha de Horacio Rosatti en la Corte Suprema, Silvio Robles, depende en su evolución de si el escándalo pasa a segundo plano o no. Un factor externo hace que esto no sea factible: la ofensiva iniciada por Alberto Fernández y 14 gobernadores peronistas para pedir el juicio político a Rosatti se basa en los chats de D’Alessandro.

Por otra parte, en las oficinas de Larreta existe la presunción de que, luego de los chats sobre Lago Escondido y de la segunda ola, los que tienen que ver con Rosatti, existiría una tercera ola de revelaciones más escandalosas todavía, que tomarían estado público a más tardar en febrero.

Los distintos factores

Un tema que es para destacar es que, ante los chats, la primera línea dirigencial de Juntos por el Cambio no salió a solidarizarse con Larreta, lo que indica que el escándalo tendría cierta credibilidad.

En materia de interpretaciones, en el entorno del Jefe de Gobierno se inclinan por entender que los chats son una operación ordenada por Cristina Kirchner para deteriorar la candidatura de Larreta y en consecuencia alentar a Mauricio Macri a presentarse para presidente. La expresidente creería que, con un candidato competitivo, el Frente de Todos podría imponerse a Macri pero no a Larreta, que no ostenta como aquél un pasado lleno de puntos oscuros.

Otro aspecto es hasta cuándo Larreta puede seguir sin hablar del tema, siendo ésta su costumbre ante cada situación incómoda o conflictiva.

También hay que esperar algún pronunciamiento por parte de Rosatti, si es que la amenaza de juicio político en su contra toma cuerpo. Hay quienes, sin embargo, dicen en el kirchnerismo que Alberto hará honor al calificativo de “amague y recule” que le puso Cristina y no se empeñará a fondo en su lucha contra la Corte.

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