Por Carlos Tórtora.-

La crisis por los chats del ahora con licencia Ministro de Justicia y Seguridad de la Ciudad Marcelo D’Alessandro tiende a diversificarse en varios frentes. En la UCR se abrió una fisura a partir de que el Senador Nacional Mario Cimadevilla le exigió a Gerardo Morales que exprese el repudio del partido al escándalo. En el oficialismo, mientras tanto, la ofensiva de Alberto Fernández para que los gobernadores peronistas le pidan el juicio político al presidente de la Corte Suprema Horacio Rosatti, implicado en los chats, terminó a su vez en otro escándalo. El gobernador de Entre Ríos, Gustavo Bordet, no firmó el pedido pero fue incluido en el mismo y su colega sanjuanino, Sergio Uñac, rechazó también sumarse a la iniciativa.

En otro orden de cosas, el abogado patrocinante de Cristina Kirchner en la causa del atentado contra su vida, José Manuel Ubeira, pidió que la justicia investigue las decisiones de D’Alessandro relativas a la seguridad del domicilio de la expresidenta, que derivaron en la gigantesca batahola que se desató luego de la colocación del famoso vallado en el lugar. Los operadores judiciales de Cristina intentan abrir camino hacia la supuesta complicidad del gobierno porteño con los grupos de ultraderecha próximos a los copitos, autores del atentado contra CFK.

Cómo despegar

En el campo mediático, la batalla también se está dando con fuerza y son evidentes los esfuerzos de Clarín y La Nación por poner en primera plana el juicio a los homicidas de Fernando Báez, pasando a un segundo plano el escándalo de los chats.

Para el kirchnerismo, profundizar el abismo que se abrió en el PRO con el pedido de licencia de D’Alessandro es la mejor estrategia electoral disponible. En la calle Uspallata, mientras tanto, toda la atención está puesta en la posible aparición de nuevos chats que amplíen la mención de “Horacio” como partícipe de distintos negociados. La estrategia del larretismo, difícil de instrumentar, pasa por tratar de despegar al jefe de gobierno de los manejos de D’Alessandro en la línea de que éste habría actuado por su cuenta. Se trata de una línea que roza lo inverosímil, porque no se puede imaginar que, por ejemplo, la relación entre Larreta y Rosatti fuera llevada por cuenta propia por D’Alessandro. Todo indica que el tema tiende a agravarse y que los ruidos que ya se sienten en Juntos por el Cambio pueden pasar a mayores.

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