Por Carlos Tórtora.-

Marcos Peña sería uno de los más convencidos en el gobierno de que la nueva polarización que ensaya el macrismo, esta vez contra el aparato sindical, le esta devolviendo a Mauricio Macri más de los 8 puntos que perdiera con la sanción de la reforma previsional. Claro que no se trata de solo una batalla por mejorar las encuestas sino de mantener las metas del ajuste. El techo salarial a las paritarias del 16,6% reconocido por Nicolás Dujovne obliga a los sindicalistas a plantarse y más aun por cuanto la actual conducción de la CGT esta virtualmente colapsada. A través de la justicia, el macrismo no deja pasar un día sin echar más leña a la hoguera. Después de la detención del jefe de la UOCRA de Bahía Blanca Humberto Monteros la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (PROCELAC) denunció a Hugo y Pablo Moyano por lavado de activos y evasión impositiva. Se profundizó así la línea marcada por Elisa Carrió cuando dijo que el objetivo era Moyano preso. Más aún que la polarización oficial contra CFK -explotada por Durán Barba y Macri hasta el hartazgo- la lucha contra el sindicalismo reactiva las pulsiones antiperonistas de un amplio espectro de la clase media y le da al gobierno una bandera política importante para cubrirse en la etapa critica del ajuste que se inicia, con alta inflación, tarifazos y creciente malestar social. La profundización del rumbo de colisión con los caciques sindicales también sería el comienzo del armado de un frente antiperonista para las urnas del año que viene. Síntomas no faltan. El nuevo presidente de la UCR, el mendocino Alfredo Cornejo, estaría dispuesto a acompañar el giro antiperonista de Cambiemos a cambio de un mayor protagonismo político de su partido dentro de la alianza gobernante. El pacto entre Enrique Nosiglia y Daniel Angelici y la posible absorción de Martín Lousteau por el oficialismo también insinúan los preparativos en la misma dirección. También hay que prestar atención al comienzo del viraje de Margarita Stolbizer, que después de un mes de contemplar como su aliado Sergio Massa se integraba en Pinamar a un trabajo conjunto con Gustavo Menéndez, presidente del PJ bonaerense, se dio finalmente por enterada y mostró su disgusto con esto y con las relaciones de aquel con Pichetto. Stolbizer estaría siendo tentada para sumarse al giro de Cambiemos. Recordemos que el primer candidato a diputado nacional por el massismo en Capital, el joven economista Matías Tombolini, ya es funcionario de Horacio Rodríguez Larreta en el gobierno de la Ciudad.

Otras señales convergentes son que Marcos Peña levantó su perfil público ostensiblemente y que Patricia Bullrich, que parecía caída en desgracia luego de convertirse en la jefa de la represión hoy esta fortalecida. En cambio los funcionarios oficialistas más dedicados al dialogo con el peronismo, por ejemplo el Ministro del Interior Rogelio Frigerio y el presidente de la Cámara de Diputados Emilio Monzó están de capa caída.

Por otra parte, la postergación del tratamiento legislativo del proyecto de reforma laboral fue un reconocimiento del gobierno a que Miguel Ángel Pichetto no tendría espacio para avanzar contra los intereses sindicales.

El restante factor que alienta al giro antiperonista del macrismo es la tensión con Francisco, cuya llegada a Chile mañana se da en un contexto de por ahora tácita reprobación a la política económica de Macri: el Papa no vendrá a la Argentina ni este año ni el próximo y aquí, sus nuevos operadores sociales, como Juan Grabois, tienen un tono más opositor que el ahora encarcelado Luis D’Elía, que pronostica que Macri no finalizará su mandato. En el entorno papal no hay dudas acerca de que Durán Barba activa campañas contra Francisco en las redes sociales y en la residencia de Olivos subsiste la idea fija de que, de un modo u otro, el pontífice terminará bendiciendo un frente opositor contra la política económica del gobierno.

Hasta dónde se escalaría

En la actual escalada de tensiones entre la Casa Rosada y la cúpula sindical, son pocos los que creen que Hugo Moyano terminará preso por las mismas razones que no lo esta Cristina Kirchner y que los senadores de Cambiemos ni siquiera se opusieron a la “doctrina Pichetto” que impone en el Senado el rechazo de cualquier pedido de desafuero de uno de sus miembros si no existe una condena firme. Los vínculos de Moyano, igual que los de CFK, con Macri y su entorno son demasiado profundos y recientes. La foto del presidente y el líder camionero inaugurando la estatua de Juan domingo Perón durante la campaña electoral del 2015 expresaba una realidad. Los contratos para la recolección de residuos entre empresas del grupo Moyano y la jefatura de gobierno de la Ciudad fueron sólo uno de los temas que los unió. El apoyo de Moyano a Macri en contra de la ex presidente tuvo entonces importancia para la derrota de Daniel Scioli en las urnas. Asi como Julio de Vido -a través de su esposa Alessandra Minnicelli- amenazó con hablar y ningún magistrado lo citó a declarar, nadie en la Casa Rosada desearía que Moyano o los suyos abunden en detalles sobre sus vinculaciones con Macri.

Da la impresión de que el gobierno apunta más bien a profundizar la crisis interna en el sindicalismo y a evitar un plan de lucha que podría retrotraernos a los peores momentos del gobierno de Raúl Alfonsín, jaqueado por los paros que encabezaba entonces Saúl Ubaldini.

En este contexto, la pieza electoral más importante del macrismo, María Eugenia Vidal, se encuentra en la posición más delicada. La gobernabilidad de Buenos Aires se sustenta en los acuerdos de Vidal con Massa, los intendentes ahora con Menéndez de vocero y hasta La Cámpora. Pero la profundización de la cruzada antisindical de Macri esta haciendo cada vez más difícil que la dirigencia peronista se exhiba junto a Federico Salvai, Joaquín de la Torre o Cristian Ritondo. “Una cosa es que se persiga la corrupción kirchnerista y otra muy distinta es vestirse de gorilas”, definió un intendente del PJ.

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