Por Carlos Tórtora.-

Juan Manuel Urtubey ya tomó la decisión de presentarse para presidente, haya o no acuerdo con Sergio Massa para celebrar una primaria entre ambos. Como prueba de su decisión, el salteño se movió rápido y sus allegados sostienen que ya cuenta con nada menos que cinco partidos nacionales. Pero uno de éstos, el Partido Federal que lidera Daniel Madeo, arrastra un escándalo económico desde la elección pasada. El caso es que Madeo y su séquito son autores de una defraudación al estado, siguiendo un know how muy perfeccionado para embolsarse la mayor parte de los fondos que la Dirección Nacional Electoral les deposita a los partidos para la impresión de boletas electorales que, en el caso del Partido Federal, estuvieron encabezadas el año pasado por el ex juez Julio Cruciani como candidato a senador nacional. El delito en cuestión se cometió del siguiente modo: el partido encargó una impresión real de boletas y la imprenta elegida las facturó. Pero hubo otro encargo -a la misma imprenta o probablemente a otra que funciona sólo como pantalla- por una cantidad todavía mayor de boletas que no se imprimieron. La imprenta que se asoció para delinquir con las autoridades del partido le vende a estas facturas por la impresión no realizada a un precio de entre el 10 y el 15% del monto de la operación. El partido le pagó a la imprenta estas facturas -auténticas pero correspondientes a un trabajo no realizado- y luego las presentó en el Informe Final de campaña junto con las facturas de las boletas que sí se imprimieron. La Cámara Nacional Electoral cuenta sólo con ocho auditores y apenas realiza un control formal de las facturas pero no suele indagar acerca de si la impresión efectivamente existió, así que los dirigentes que lucraron con este “negocio” consiguen quedarse con la mayor parte de los fondos asignados a su partido.

En esta operatoria consumada por Madeo y su clan, falta describir cómo es el circuito de los fondos que debieron ingresar mediante cheques de la cuenta partidaria a la o las imprentas que no imprimieron boletas o que sólo lo hicieron por un porcentaje muy inferior al facturado. La secuencia sería la siguiente: el partido -para reducir los riesgos de que la plata no retorne- le depositó a la imprenta el monto adeudado fraccionado en muchos pagos. Contra cada pago, la imprenta le habría dado al partido un cheque a cobrar en ventanilla por la misma cifra. De este modo, repitiendo la operación muchas veces, el partido se va quedando con la plata de las boletas que nunca existieron.

Riesgo para la imagen

Así es que, mediante la operatoria descripta, Madeo y su clan defraudaron al estado en unos 12 millones de pesos. Para tratar de evitar denuncias, el Partido Federal incumplió la ley y no presentó los informes finales de campaña, no aportando entonces las facturas correspondientes a boletas no impresas. Pero para poder cobrar unos 5 millones de la Junta Electoral de Buenos Aires, Madeo presentó ante este organismo facturas por esa cifra emitidas por una empresa fantasma que ni siquiera funciona como imprenta y que de ningún modo podría realizar semejante impresión. Con la prueba irrefutable de estas facturas estaría por realizarse una denuncia por defraudación al estado por parte de Madeo y la plana mayor del Partido Federal. El tema adquiere mayor volumen por cuanto el dirigente en cuestión es una de las nuevas relaciones políticas de Urtubey, razón por la cual el escándalo que se desataría en torno al partido que fundara Francisco Manrique podría afectar la imagen del gobernador salteño. Éste intenta presentarse electoralmente como una alternativa de recambio generacional y también una promesa de transparencia.

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