Por Carlos Tórtora.-

En los últimos días y al mismo tiempo que perdía aliados sindicales para la movilización que convocó para el 21 F, Hugo Moyano habría recibido el llamado de unos cuantos intendentes peronistas del conurbano. Muchos de éstos le habrían prometido enviar micros con gente a la marcha y no faltaron entre los que llamaban gente muy cercana a Cristina Kirchner. No sería la solidaridad sino más bien el cálculo lo que estaría acercando al peronismo político con el líder camionero. Es que la demonización mediática y judicial de este último que viene ejecutando el gobierno día tras día le genera a los intendentes y también a Sergio Massa mayor espacio de maniobra para operar políticamente y hacer valer su peso. Con Moyano en el rol del enemigo número uno del macrismo, los demás sectores del PJ pueden mostrarse más opositores pero con una moderación que no tiene que él. Así es que el Frente Renovador acaba de pedir la renuncia del Ministro de Finanzas Luis Caputo por el ocultamiento de su participación en varias sociedades off shore. A su vez, presionada por Mauricio Macri, María Eugenia Vidal se vio obligada a involucrarse en el conflicto criticando a Moyano y asumiendo la línea dura de la Casa Rosada en el sentido de que el aumento a los docentes tendrá un techo del 15%.

En síntesis, en tanto Moyano sea el malo de la película, el espacio del resto del peronismo para actuar como oposición moderada es mayor que antes de que Macri decidiera emprender la cruzada antisindical.

La violencia

A una semana de la marcha, en el entorno del líder camionero creen que el éxito numérico de la convocatoria está asegurado y que los “gordos” que “se bajaron del barco” a pedido de Jorge Triaca quedarían muy descolocados al demostrarse -según esta visión- que su capacidad de movilización no es para nada indispensable.

El problema de los organizadores de la marcha es qué pasará si los grupos violentos de ultraizquierda deciden una vez más asumir el protagonismo y generan una batalla campal similar a la que tuvo lugar en diciembre pasado cuando se trató en el Congreso la reforma previsional. Aparentemente, los camioneros tomarían precauciones para no involucrarse en choques con la izquierda pero poco o nada podrían hacer para evitar el enfrentamiento de los activistas con la policía. Por supuesto, las suspicacias están a la orden del día y entre los sindicalistas opositores se da por descontado que el mismo gobierno movería los hilos de algunos grupos de provocadores para que éstos enciendan la mecha de los disturbios y culpar a Moyano de organizar una movilización violenta.

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