Por Carlos Tórtora.-

Hasta el momento, todas las fuentes de información oficiales dan por hecho que Alberto Fernández dictará un nuevo DNU prorrogando la cuarentena social hasta el 12 abril, esto es, después de Semana Santa. Como es fácil de explicar, la ampliación de la medida contaría con menor adhesión que su establecimiento. En pocas palabras, el cansancio y los problemas económicos derivados de la paralización de las actividades harían que el humor social vaya variando. Los más perjudicados por las restricciones son los sectores profesionales que no viven de un salario, los comerciantes y, desde ya, los cuentapropistas y trabajadores informales que sólo perciben ingresos si hay actividad. Las tensiones ya se hacen sentir. La ministra de Seguridad Sabina Frederic anunció que las fuerzas de seguridad no dejarán volver a sus hogares a los que se trasladaron a la costa durante el feriado largo, obligándolos a permanecer en su destino turístico hasta el fin de la cuarentena. Esta decisión no es la única capaz de generar conflictos. Los intendentes de Ezeiza, San Vicente, Lomas de Zamora y Almirante Brown -que serían seguidos por otros- cortaron la mayor parte de los accesos a sus municipios dejando sólo libres las calles donde establecieron controles que prohíben el acceso a cualquiera que no tenga domicilio en el territorio municipal. La medida es francamente inconstitucional, porque impide la libertad de circulación establecida en la Constitución Nacional, siendo que las actuales restricciones las deben aplicar las autoridades nacionales. La proliferación del “cierre de fronteras”, como ya se vio recientemente en el caso del Chaco, es simplemente el comienzo de una situación anárquica que difícilmente sirva para controlar la pandemia.

Pero no sólo en la clase media se advierten señales de conflictividad. La población carcelaria está produciendo motines en numerosas cárceles. Las razones de estas situaciones son obvias. La superpoblación carcelaria, que deriva en el hacinamiento, hace imposible cumplir las medidas de aislamiento social que dictó el gobierno y haría que un solo foco de coronavirus asegure la multiplicación de numerosos casos.

Un presidente de perfil alto

Así las cosas, todo indica que la segunda parte de la cuarentena social no le resultará fácil de transitar al gobierno. El humor social es muy variable en situaciones de crisis y la situación particular de Argentina crea un contexto especialmente grave. En este caso, hay que tomar en cuenta que el presidente decidió hacer del manejo de la crisis una apuesta personal. Subió el perfil como no lo había hecho desde que asumió y logró mostrarse como un piloto de tormentas racional. Ahora el desafío está en poder seguir siéndolo.

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