Por Carlos Tórtora.-

Para el macrismo de paladar negro, la conducta política de María Eugenia Vidal durante las peores semanas de la gestión macrista deja mucho que desear. Cuando todavía no se había asegurado la actual caída del dólar, la inflación trepaba más que ahora, el gobierno no había cerrado su nuevo acuerdo con el FMI y el presupuesto estaba lejos de acordarse, Vidal eligió el camino de exteriorizar su disgusto con la Casa Rosada. Malparada en el reparto del presupuesto nacional, la gobernadora se sacó fotos con Urtubey y Massa y dejó que la opinión pública la viera distante de Olivos.

Ahora, acuerdo mediante con el FMI y contenido el dólar, el círculo presidencial pudo restaurar la imagen de Macri candidato y le pasa la factura a Vidal, que no para de aclarar que jamás pensó en ser candidata a presidente. Lo cierto es que ella utilizó el mismo recurso que tantas veces le saliera bien a Daniel Scioli siendo él gobernador y Cristina Kirchner presidente. Esto es, victimizarse y darle a entender a los bonaerenses que estaban siendo marginados por el gobierno nacional. Las malas lenguas dicen que las cosas van mucho más allá de lo ocurrido y que Vidal estaría conversando con algunos intendentes peronistas del conurbano sobre un corte de boleta para las próximas elecciones. A cambio de contar con los favores económicos de la gobernación, los alcaldes del PJ podrían llegar a ordenarles a sus seguidores que intercalen la boleta de Vidal gobernadora entre las demás boletas de Unidad Ciudadana. El resultado de una operación como ésta en gran escala sería claro: Vidal obtendría más votos que Macri en Buenos Aires.

Esta es una de las especies que están circulando en un clima de desconfianza que hasta dos meses atrás no se detectaba.

Como Scioli

La incógnita hoy es si la grieta que abrió entre el macrismo y el vidalismo se está cerrando o por el contrario crece. Parece más bien lo segundo. El liderazgo de Vidal no se sostiene por la eficiencia de su gestión sino por su capacidad de mantener buena imagen en el electorado peronista, que la exculparía de la insensibilidad social que sí se le adjudica a Macri. En suma, que Vidal está explotando los beneficios de aparecer distante del círculo presidencial y que, a menos de un año de las elecciones, esta línea política se profundizaría junto con la cuenta regresiva.

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