Por Guillermo Cherashny.-

Desde que Carlos Menem le ganó la interna a Antonio Cafiero oponiéndose al gobierno de Alfonsín, siempre los opositores duros a un gobierno que está fracasando terminan en la Casa Rosada ganando las elecciones presidenciales. Así pasó con Massa, Pichetto, y De la Sota, entre otros, que no pusieron palos en la rueda al gobierno anterior. En cambio, Cristina se opuso desde el primer momento y fue la gran electora del 2019 designando a Alberto Fernández como candidato. Cuando Macri dejó el poder, nominó como presidenta del PRO a Patricia Bullrich, que no pertenecía a ese partido sino al suyo, Unión y Libertad, pero rápidamente se opuso al frente de la lucha en la calle contra el gobierno del FDT a partir de la fracasada soberanía alimentaria que significaba la estatización de la aceitera Vicentín, donde el presidente se dejó llevar por la disparatada jugada de la senadora Anabel Fernández Sagasti, perteneciente a La Cámpora. De ahí en más, el gobierno con la cuarentena larga se granjeó la  animosidad de la gente que tiene comercios o trabaja en ellos y nunca se pudo recuperar y Patricia Bullrich, quien tiene años en política y mucha «calle» en relación a sus competidores políticos, desde la presidencia del PRO se armó un aparato nada despreciable y una gran repercusión mediática, lo que le generó un gran apoyo en la opinión pública y la convertía en la candidata natural a encabezar la lista de diputados nacionales por la Capital. Pero Horacio Rodríguez Larreta, el jefe político natural del PRO, no la quiso e inventó con poco éxito a Vidal en CABA. Entonces Bullrich recorrió el país con la consigna de quitarle el quórum propio a Cristina en el senado, y lo logró, y ya se lanzó a la carrera por la presidencia. Durante esta larga carrera, «metió» dos golpes de efecto de dudosa certeza pero que impactan favorablemente en su público, a saber: denunciar coimas en la compra de las vacunas de Pfizer, que no fue verdad, pero que el gobierno torpemente retrasó por razones ideológicas, y hace unos días acusó a Aníbal Fernández de importar mucho fentanilo, aunque no esté probado que ése fue el componente que se agregó a la cocaína que mató a 24 personas y que en el caso de Aníbal todavía no formaba parte del gobierno. Pero no importa, cualquier cosa sobre drogas que le imputen Aníbal Fernández suena creíble para el no peronismo. Así las cosas, con mucha militancia y «calle» que le falta a muchos candidatos, haciendo «la gran Menem», Patricia Bullrich es una de las grandes candidatas a la presidencia en el 2023, mientras otros candidatos duermen la siesta.

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