Por Sebastián Dumont.-

Es interesante observar cómo desde las ópticas más diversas, se analiza la realidad que se vive hoy en el gobierno nacional y provincial de Cambiemos y su correlato con los territorios. Mientras al macrismo se le exige que haga más política, a los representantes locales, léase municipios, se les pide que hagan gestión y no dediquen tanta energía a la rosca. Este tema se entiende por la razón más elocuente, que es la ausencia del peronismo, por primera vez en mucho tiempo, al mando del Estado Nacional y Provincial.

Analizaremos el contexto de la provincia de Buenos Aires y los municipios del conurbano. El gobierno de María Eugenia Vidal está atado a la suerte de Mauricio Macri y éste, sin dudas, a la de Vidal. No se descubre nada. El tema es que quien depende más es el presidente. Lo que sucede en la provincia, sobre todo si ello no es bueno, tendrá como primer afectado a Mauricio Macri. El mismo jefe de estado podrá gozar de los aciertos de Vidal, que posee buena imagen y que, tal como sucedió con Scioli, podría disociar su figura a la de gestión. Aunque ella no lo busque.

Está claro que para una buena gestión provincial, la gobernadora necesita de los fondos del Estado Nacional. Es una película que se ha visto muchas veces en la Argentina y que durante el cristinismo fue demasiado elocuente en los egoísmos políticos. Ahora, Macri arrancó con otra impronta. Mandó la plata cuando había que mandarla. El caso más reciente es el acuerdo con los docentes. Por eso, y a pesar que existen rencillas e internas entre Nación y Provincia, la lógica de la gestión, o al menos el intento para hacerlo, van camino a instalarse. Los problemas pasan por las relaciones políticas. Hay un evidente, aunque se haga mucho esfuerzo para minimizarlo, desconocimiento de los actores provinciales. Es lógico. El equipo que llegó a La Plata casi no tiene experiencia en la provincia de Buenos Aires y le llevará un buen tiempo cosecharla. Mientras tanto, hay situaciones, por ahora menores, que debiera atender para no agrandarlas.

Se sabe que existen ciertas molestias de los hombres propios de Cambiemos que pelearon en sus distritos y que hoy ven cómo a sus contrincantes pasados y seguramente rivales del futuro se les “paga” mejor que a ellos. Podrían darse algunos ejemplos concretos que muestran el aún escaso nivel de conocimiento de los detalles por donde se mueve la política bonaerense.

Días atrás, un intendente propio de Cambiemos estaba que trinaba porque en el hospital nacional de su distrito le habían nombrado un director militante del Frente para la Victoria. En las oficinas de ANSES, claves durante el kirchnerismo para hacer política territorial, sucede algo similar. Han cambiado a los jefes que respondían al Frente para la Victoria, pero no los reemplazaron aún. La estructura sigue siendo manejada por las segundas líneas, que no son propias de Cambiemos. Claro que todavía hay tiempo para modificar esta realidad. Pero cuanto más lento sea el proceso, más cerca estará el 2017. Y si hay algo que no le puede pasar a Macri es perder la provincia de Buenos Aires. Aunque gane en todo el país.

Al revés sucede en las filas del peronismo del conurbano. La asunción de varios nuevos intendentes ha marcado un mapa distinto en las secciones más populosas como la primera y la tercera. Es allí donde hoy se los ve a esos jefes comunales más preocupados en “hacer política” que en gestionar. Para ellos el tiempo también corre y las heroicas batallas que dieron en octubre de a poco se van transformado en un recuerdo grato. Pero no se vive de los recuerdos.

Reunión aquí, otra allá. Pero de gobernar y soluciones concretas aún poco se habla. Corre para ellos la misma vara que para el gobierno provincial. Es poco tiempo. Pero a casi tres meses de haber asumido, alguna iniciativa clara tendría que haber. Hasta ahora, sólo fotos.

Claro que no todos transitan por el mismo camino. A los intendentes nuevos se los ve de reunión en reunión. Aquellos que tienen más experiencia dosifican sus salidas y se ocupan del territorio. Saben que no hay política fuera del distrito sin probar la capacidad en el propio territorio. Y aunque el tiempo pase y las cosas se modernicen, hay situaciones que no cambian.

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