Por Guillermo Cherashny.-

Esta semana CFK abundó en desaciertos e incomprensibles declaraciones sobre la política exterior y así fue que condenó a las países lideres de la comunidad europea que no querían recibir a los refugiados sirios y los que procedían de África del Norte y lloró por la foto del niño sirio que murió en las playas de Turquía. Este fenómeno se origina en el genocidio que protagoniza el ISIS -o deash en lengua árabe- que la misma CFK el año pasado terminó justificando delante de Barack Obama, cuando señaló que no se respetaron los derechos humanos de Osama Bien Laden. Entonces ironizó que ahora habían inventado un nuevo enemigo -el ISIS-, cuyas filmaciones le parecían escenas de Hollywood, dudando del genocidio a yasídicos, sunnitas, kurdos y chiítas. Luego siguió el silencio ante la condena persecutoria de Leopoldo López en la Venezuela de Nicolás Maduro y ayer la completó con la felicitación a Jeremy Corbin, el líder laborista de izquierda que ganó la interna de ese partido inglés por el solo hecho que había planteado la administración conjunta de nuestras Islas Malvinas. Esto sin reparar que el triunfo de Corbyn asegura por un tiempo largo el liderazgo de los conservadores de David Cameron y también la resurrección del partido Liberal-Demócrata del Reino Unido, que estaba casi sin representación, ya que Corbin está tan a la izquierda como nunca estuvo un líder laborista, mientras Inglaterra crece fuerte hace varios años a diferencia de la Europa comunitaria.

Conducta suicida

Es sabido que Cristina ideologiza la política exterior con gran facilidad pero, como diría ella, lo de la última semana es too much y no hace más que complicarle la vida a su candidato Daniel Scioli. Y si bien la política exterior no es de mucho interés del electorado, ella expresa que quiere un aislamiento total de nuestro país frente al mundo cuando deje el poder el 10 de diciembre. Ni siquiera la extremada ideologización puede justificar tamaños disparates como también recibir como un gran estadista a Lula, quien está a punto de ser interrogado por corrupción por la justicia de sus país. Los condicionamientos de ella a su candidato Daniel Scioli impiden que éste tenga el empuje para pasar el 40% que le podría dar un triunfo en primera vuelta porque Macri está estancado y con imposibilidad de pasar el 30%. Lo que no termina de entenderse es que, si Scioli no gana, aunque Macri no lo promueva, la justicia vapuleada por ella, el grupo Clarín y los aliados políticos del PRO impulsarán que la justicia federal se la lleve puesta con la causa Hotesur, en la que sobran las pruebas para enjuiciarla y también condenarla. Pero se sabe que hay líderes políticos que se suicidan sin intención de cometer ese acto.

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