Por Carlos Tórtora.-

Ayer a la noche, en varios despachos de la gobernación bonaerense se comentaba como inminente la intervención judicial del PJ bonaerense, en virtud de que el Juzgado Electoral de La Plata haría lugar a varias de las impugnaciones de la elección interna convocada para el 17 de diciembre próximo para la renovación de autoridades partidarias, presentadas por los apoderados del duhaldismo Oscar Diani y Omar Gadea. Luego del acuerdo de unidad de la semana pasada entre el cristinismo, encabezado por el actual presidente Fernando Espinoza, y los renovadores acaudillados por Gustavo Menéndez (intendente de Merlo), se pensó que no había “clima político para una intervención”. Pero en las últimas horas, en la cumbre del macrismo habrían empezado a soplar otros vientos. Los duhaldistas interpusieron una larga lista de impugnaciones que suman, entre otros, los siguientes temas: miles de afiliados que aparentemente estarían excluidos arbitrariamente de los padrones partidarios y la exigencia de que sean suspendidos en sus afiliaciones los dirigentes que fueron candidatos por otras fuerzas, por ejemplo, los candidatos a cargos electivos por Unidad Ciudadana y que ahora pasarían a integrar la conducción del PJ. También se cuestionan los mecanismos establecidos para los avales a presentar para cada lista en la interna entre otros temas.

La sombra de Francisco

El caso es que la presión política para que se intervenga el PJ y no asuma la nueva conducción encabezada por Menéndez aumentaría a partir de una serie de hechos. Por ejemplo, Menéndez partió anteayer a Roma a informar de la situación en el peronismo a Francisco. A todo esto, el gobierno estaría convencido de que algunos operadores papales impulsan un frente contra la reforma laboral y el ajuste económico, en el cual jugarían un papel clave Hugo Moyano y Menéndez.

La posibilidad de que el PJ, con el grueso de los intendentes, converja con una parte de la CGT en el armado de un frente opositor es algo que molesta en extremo a Macri. En cambio, si se interviene el partido y se suspenden por ahora las internas, el cristinismo podría retomar fuerza y complicarles la vida a los intendentes que ya no responden al mando de aquélla. Una situación de ingobernabilidad del aparato partidario debilitaría así cualquier intento de armar un eje político sindical contra la política económica nacional.

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