Por Guillermo Cherashny.-

El 17-A logró el número de manifestantes más importante desde la asunción del nuevo gobierno, por una simple razón de que la importante clase media que hay en la Argentina no dejó de movilizarse desde ese sábado anterior a las elecciones, lo que permitió a Juntos por el Cambio pasar del 32 al casi el 41%. En efecto, ese sector es furiosamente antiperonista y más que eso anti-Cristina y así se ha manifestado durante estos ocho meses de gobierno, montada sobre la exigencia de la falta de libertad de circular y comerciar que impuso la cuarentena.

La habilidad de la posición es comparar la restricción de esas libertades que originó la pandemia con un avance contra las libertades políticas, que es una característica del peronismo y el kirchnerismo para estos sectores.

A medida que pasa el tiempo, más ciudadanos se suman a las protestas por la crisis económica que provoca el cierre de todo tipo de comercios, como bares, restaurantes y otros más, que son una tradición en este país, y esos dueños de comercios o que los alquilan ya cerraron o ven un horizonte de cierre que les crea mucha angustia y se suman a las protestas de Juntos por el Cambio. Y a eso se suman las declaraciones del presidente y del gobernador de Buenos Aires, que subestiman y critican las angustias de ese importante parte de la sociedad y las igualan con la angustia de los contagiados más graves que están por morirse. Es que el que no tiene dinero para vivir o que piensa que su comercio o emprendimiento no vuelve a abrir está en una grave situación y el gobierno no los entiende.

A esta situación se agrega la inoportuna reforma judicial, que el gobierno no puede superar la inquietud ciudadana de que esa reforma sólo sirve para la impunidad de la actual vicepresidente y que el gobierno se empecina en aprobar y finalmente se suma un sector anti-cuarentena que era minoritario al principio pero ahora es cada vez es más numeroso y sale a manifestarse.

Así las cosas, el gobierno debe tomar nota y consensuar la reforma judicial o postergarla para mejor oportunidad, porque los dirigentes de Cambiemos quieren instalar encima que la crisis económica no es una herencia de Macri que se agravó con la pandemia sino una mala praxis del Frente para Todos.

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