Por Carlos Tórtora.-

Con una inmediatez de apenas horas, la primera línea de la política nacional se subió a la ola de la despenalización del aborto ni bien después de que, en una maratónica sesión, la Cámara de Diputados le diera media sanción a la ley gracias al desplazamiento del voto de cuatro diputados pampeanos. Mauricio Macri felicitó a los diputados. CFK apareció con sus nueve senadores adhiriendo a los vencedores y los titulares de los interbloques Argentina Federal y Cambiemos, Miguel Ángel Pichetto y Luis Naidenoff, anticiparon una segura aprobación por el Senado.

Con la balanza ya inclinada, el proyecto con media sanción llega a las comisiones del Senado para un tratamiento que seguramente será express para que la votación se produzca antes del receso de julio.

Así es que el gobierno, que fue el impulsor del tema, consiguió buena parte de su objetivo: instalar un debate lo suficientemente fuerte como para distraer en parte de la preocupante situación económica y cambiaria. Pero quisieron las circunstancias que el oficialismo también esté a punto de colocar en una incómoda situación al PJ.

Sin margen

Es sabido que buena parte de los senadores peronistas, sobre todo los provenientes del NOA y el NEA (las zonas donde la Iglesia tiene mayor influencia) están comprometidos con votar en contra de la despenalización del aborto. Con la presión que se da a partir del vuelco en Diputados, el peronismo se encuentra en una incómoda situación. Al ser el bloque más numeroso en la Cámara Alta, tendrá la responsabilidad final de la sanción del proyecto. De inclinarse la mayor parte de los senadores que siguen a Pichetto, más los kirchneristas, a favor de la despenalización, se lesionarían seriamente los vínculos de ellos y sus gobernadores con el episcopado local y el Vaticano. De hecho, el hermano del primer mandatario salteño, Rodolfo Urtubey, se pronunció a favor de la despenalización siendo su provincia, Salta, el ejemplo de las posturas conservadoras. Así las cosas, el macrismo no sólo habría creado un eficiente instrumento para distraer la opinión pública sino que, de paso, también estaría por alejar de su buena relación con la Iglesia a los senadores y gobernadores peronistas.

Si bien la tendencia internacional marca un avance de la despenalización del aborto, al punto que uno de los dos países más católicos de Europa, Irlanda, ya cuenta con su ley, la situación de Argentina es muy especial. La inevitable lectura política será que Francisco, en su propia patria, no pudo evitar que el aborto avanzara. Una victoria considerable de Cambiemos en una pulseada que sigue subiendo de tono, pese a que tanto la Santa Sede como la Casa Rosada disimulan su confrontación con un silencio helado.

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