Por Sebastián Dumont.-

A diferencia de lo que sucede en el ámbito nacional, la pesada herencia que dejó el kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires durante el gobierno de Scioli es tema de análisis a diario. La gobernadora María Eugenia Vidal estrenó su mandato decretando que la provincia está “quebrada” y desde allí no paran de conocerse detalles de la enorme deuda que acumuló el ex candidato a presidente, quien la pudo disimular muy bien, debido a un enorme blindaje mediático que, ahora, también deberá pagar la nueva administración. Se calcula que el rojo en las cuentas provinciales es del orden de 80 mil millones de pesos.

El diario Clarín publicó que se habían detectado cerca de 54 mil millones de deuda del gobierno provincial durante la administración de Daniel Scioli que no se habían contabilizado cuando el equipo económico de Vidal hizo la primera evaluación. Igualmente, los legisladores que recorren hace tiempo los pasillos provinciales sabían que la situación era muy grave. El presidente del bloque de diputados del Frente Renovador, Juan José Amondaraín, calculaba cerca de 80 mil millones el pasivo que dejó la “Ola Naranja”.

De todas maneras, lo más grave -si lo hay- no es la deuda económica que dejó Scioli sino la enorme falta de infraestructura que existe a lo largo del territorio bonaerense.

Muy distinto sería decir que la provincia debe 80 mil millones como consecuencia del pago de créditos para las obras hidráulicas, saneamientos, nuevas rutas y el funcionamiento de los hospitales como corresponde. Nada de eso. Al contrario. Con tan sólo recorrer el conurbano, se puede observar que todo aquello que depende del gobierno provincial está destruido. La puesta en marcha de las publicitadas UPA 24 son, en algunos casos, cáscaras vacías con pocas respuestas efectivas. Ni que hablar de los añejos hospitales bonaerenses, donde escasean los insumos, tan sólo por describir una realidad.

La gestión de Scioli ha sido mala, coinciden los intendentes que han tenido que convivir con ella durante los últimos 8 años. De allí que haya sido un hecho extraordinario que el ex gobernador peleara hasta última instancia la posibilidad de ser presidente. Eso obedeció al enorme blindaje publicitario que tuvo durante su gobierno, que todavía no se terminó de pagar.

Las historias más insólitas sobre la realidad bonaerense podrían ocupar páginas y páginas. La promocionada Policía Local, que existe en los hechos, terminó sin poder tener la comida para los que estaban estudiando. Se cortó el suministro por falta de pago. Lo mismo sucede con los comedores escolares.

Por ello, es muy grave la herencia de Scioli que incluso podría llegar a la Justicia. Se estaría evaluando la posibilidad de hacer una denuncia para se que explique qué pasó con los fondos de los bonaerenses.

Por eso, los números abruman. Pero lo más complejo es que la deuda no es sólo económica, sino mucho peor. No hay servicio que pueda decirse que está mucho mejor que hace ocho años. Eso costará más tiempo levantar que pagar un vencimiento de deuda.

La compleja realidad provincial, donde Scioli no quiso pelear con el gobierno nacional para obtener los recursos que hacían falta, llevó a que los intendentes tuvieran que hacerse cargo de muchas responsabilidades que eran y son del orden provincial, pero sin la plata necesaria. Allí también habría que buscar algunas razones para explicar la gran cantidad de cambios que se vivieron en las intendencias. En definitiva, los alcaldes terminaron siendo las paredes de contención para invisibilizar el gobierno de Scioli. Y pagaron las consecuencias.

La ola naranja se convirtió en una ola roja, muy roja, casi morada.

Share