Por Carlos Tórtora.-

Hasta que fueron ratificados por el Congreso los vetos a las leyes de movilidad jubilatoria y financiamiento universitario, la política de la oposición giró en torno a la posibilidad de obligar al gobierno a que corrigiera su política económica. Esta línea de acción se agotó a partir de entonces. Ahora nadie piensa que Javier Milei vaya a corregir nada, porque recurrirá al veto cuantas veces sea necesario y así lo anunció. De algún modo, se cerró de este modo la alternativa de que el Congreso exprese el descontento con el ajuste de la mayor parte de la población.

Esta situación hace que la oposición haya caído en una semiparalización que mucho tiene que ver con la falta de ideas acerca de cómo seguir. A lo anterior se le suma que, coincidentemente, tanto el PJ como la UCR ingresaron en una etapa más profunda de sus respectivas crisis. El peronismo se está dividiendo en uno cristinista y el otro pos cristinista. Las energías de la dirigencia justicialista son absorbidas ahora por este tema, que es el que define quiénes y cómo se enfrentarán al gobierno. En cuanto a los radicales, con la formación del nuevo bloque opositor en Diputados que responde a Facundo Manes y Martín Lousteau, empezó la reacción contra la estrategia del salame que está utilizando Milei. Esto es, cortando en fetas a la UCR al captarle uno por uno legisladores y dirigentes.

Difícil salida

El panorama se completa con el agotamiento de la primera ola de movilización estudiantil contra el gobierno. Los estudiantes dejaron en claro que los libertarios perdieron la calle en forma definitiva. Pero estas protestas, aunque fuertes, sólo consiguieron que Milei, imitando a Margaret Thatcher, redoblara la apuesta y siguiera adelante. Ahora, es obvio que las organizaciones universitarias están replanteándose cómo seguir, lo que no es fácil sin caer en tácticas que pueden llevar a la violencia social.

De algún modo, el gobierno se inclinaría por hacer más agresiva su respuesta negativa a los reclamos. Cerca de Milei hay quienes piensan que, si se producen hechos de violencia, los revoltosos quedarían aislados y Milei volvería a contar con un consenso mayoritario.

Es obvio que el principal aliado del presidente es que la sociedad sigue sin tener alternativas claras.

Pero la Casa Rosada tiene por delante un serio problema y es que, al ser legislativas las elecciones del año que viene, puede crecer una marea de votos castigo que lo deje a Milei sumamente debilitado y con escasa gobernabilidad.

Un Congreso en el cual los libertarios no consigan acrecentar sus bancas puede ser terreno fértil para un juicio político si la economía continúa desbarrancada.

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