Por Carlos Tórtora.-

La curiosa interna del PJ funciona con estilos distintos según de qué sector se trate. El kirchnerismo jamás asume que está en retirada y siempre es el más proactivo, el dueño de las iniciativas. El grueso de los gobernadores e intendentes del PJ, en cambio, sin ninguna conducción a la vista, hasta ahora sólo aparecen reactivamente, es decir, cuando el cristinismo y Sergio Massa les dejan espacio. Y este último se dedica a ganar tiempo para continuar hasta el límite de lo posible su doble juego de garante de la gobernabilidad, amigo del macrismo y a la vez candidato a jefe de la oposición.

Tal vez desesperada por su necesidad de presionar a la justicia y la Casa Rosada para evitar terminar presa por diversos hechos de corrupción, CFK cometió un error fatal: mostró a sus tropas dejando en evidencia que su capacidad de convocatoria -en este caso, a la marcha de la resistencia- apenas arrastra a algunos grupos de incondicionales.

Ante la comprobación de que el peronismo esquivó la marcha, el grueso de la dirigencia del PJ salió a pasarle la factura a la ex presidente ocupando el espacio mediático con una maniobra “renovadora”.

Alejarse del kirchnerismo duro y concentrarse en la renovación del Partido Justicialista (PJ) es entonces la tarea a la que están abocados el puñado de nuevos gobernadores peronistas -es decir, quienes asumieron en diciembre del año pasado- y los intendentes bonaerenses que integran el denominado grupo Esmeralda (Martín Insaurralde, de Lomas de Zamora, Gabriel Katopodis, de San Martín y Juan Zabaleta, de Hurlingham, entre otros).

Ambos grupos se reunirán el miércoles 31 de agosto para darle fuerza a la iniciativa en la Casa del Chaco, ubicada en Callao al 300. El motivo formal del encuentro será la preparación del acto que realizarán el 6 de septiembre en homenaje a la renovación peronista que supo presidir el histórico dirigente Antonio Cafiero.

Tanto entusiasmo por evocar el surgimiento de la corriente renovadora omite el hecho de que el proyecto de Cafiero naufragó tres años después ante el liderazgo de un hombre criado políticamente por Leónidas Saadi, el principal adversario de la renovación: Carlos Menem.

El tercero en disputa

Volviendo al presente, la reaparición del peronismo moderado ante las limitaciones del cristinismo apuntaría a levantar una nueva candidatura para senador nacional por Buenos Aires el año próximo. El elegido sería Florencio Randazzo, que puede sumar votos del peronismo moderado y del kirchnerismo. El ex Ministro del Interior y Transporte es bien visto por Horacio Rodríguez Larreta y otros amigos del presidente como una alternativa para restarle votos a Massa en caso de que éste se presente. En orden de prioridades, para el macrismo lo prioritario es que CFK sea candidata -por lo tanto, no conviene que vaya presa- y, en segundo lugar, es importante que aparezca también alguien que le haga sombra a Massa. A su vez, si éste rehuye la confrontación directa con el PRO, podría tal vez intentar salvar la ropa negociando que su esposa Malena sea segunda candidata a senadora nacional o primera a diputada nacional.

Como es obvio, Randazzo todavía no se muestra pero mide aceptablemente y se prepara para aparecer, buscando el momento oportuno. De hecho, el macrismo no se repuso en absoluto del golpe que le diera la Corte Suprema de Justicia con el fallo sobre el tarifazo y cada vez le resulta más difícil controlar al Congreso. Por ejemplo, el PRO ya había cantado victoria con su proyecto de ley sobre reforma política, que incluía para el año que viene el voto electrónico en todo el país. Pero las resistencias son enormes y todo indica que la innovación quedará limitada a Capital, Buenos Aires y pocas provincias más.

Tampoco le será sencillo al PRO dividir La Matanza en cuatro municipios, como propone el proyecto de un diputado del GEN. Herido sobre todo por la frialdad de la economía, el macrismo deja cada vez más espacio para el peronismo recupere el oxígeno perdido.

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