Por Ilya Kotov.-

El gran ganador del domingo ha sido sin dudas Mauricio Macri. Si bien es cierto que en la boleta figuraba el nombre de Horacio Rodríguez Larreta, el verdadero artífice de su victoria ha sido el ex presidente de Boca. Gabriela Michetti lideraba las encuestas a principios del año, pero en sólo 45 días, Macri logró imponer a su candidato por una diferencia de diez puntos, algo que costó creer a propios y ajenos. “El candidato que bendice Mauricio, gana” replicaban muchos el pasado domingo.

Este último triunfo del PRO, logrando captar a casi uno de cada dos votantes porteños -y dejando a Recalde en el cuarto lugar-, sumado a lo obtenido en la provincia de Santa Fe y el probable triunfo en Córdoba, posicionan al partido amarillo como la principal fuerza opositora a nivel nacional.

Siendo casi imposible una victoria de cualquiera de los candidatos en carrera a la presidencia en primera vuelta, el principal objetivo de Macri es entrar en el ballotage. Resulta irremediable que el mismo se produciría entre el candidato que se proponga continuar con “el modelo” -bendecido por la presidente y su aparato- con el que apueste a un giro en sentido contrario. Esto es teniendo en cuenta que el núcleo duro del oficialismo votaría “a ciegas” a quién le señale Cristina. Esta teoría no sólo se sustenta en encuestas, sino en las manifestaciones masivas de los últimos años contra el gobierno. Lo natural y lógico sería que ese candidato “continuador” del modelo sea Daniel Scioli, ya que es el que mejor mide, pero el kirchnerismo nos ha acostumbrado a que no siempre se maneja con decisiones lógicas.

Hoy el ex motonauta aún no tiene el respaldo de la totalidad de La Cámpora -bastión fundamental y protagonista del oficialismo- y tampoco del resto de los gobernadores del FPV. Cristina por su lado, no ha dado señales claras de su preferencia. Las negociaciones, se comenta, son tensas.

Charlando con varios reconocidos analistas políticos, si es que finalmente el gobernador de la provincia de Buenos Aires recibe el apoyo del oficialismo, todos coinciden en que sería insoslayable la segunda vuelta entre éste y el líder del PRO. Pero si en una decisión inesperada Cristina vuelca el aparato a favor de Randazzo, ¿sería descabellado pensar en una victoria en primera vuelta de Macri?

El “tercero en discordia” que hasta hace un año lideraba la intención de voto, hoy parece estar opacado por los flojos resultados obtenidos y la falta de apoyo de los propios integrantes del Frente Renovador. Se dice que algunos ya estarían negociando su pase de vuelta al oficialismo para asegurarse un lugar en las listas. Otros reclaman la falta de apoyo del tigrense, como es el caso de Nielsen, que obtuvo un muy flojo resultado sin siquiera lograr sortear el primer obstáculo en la capital (0,9%).

Queda claro que el camino de Macri para alcanzar la presidencia se deberá centrar en polarizar la decisión de la ciudadanía entre la continuación del “modelo kirchnerista” y posicionarse en la vereda de enfrente como promotor del “cambio”. Si su polarización con el candidato elegido por el oficialismo surte efecto en la población, tiene altas chances de entrar en el ballotage y -recurriendo al voto “anti-k”- podría ser electo presidente.

Quedan apenas unos meses para conocer las fórmulas que competirán y saber finalmente a quién señalará Cristina como “su” candidato predilecto. Mientras tanto el PRO va creciendo en estructura en el interior del país en alianzas con el radicalismo -algo que le faltaba en 2011-, y es algo de lo que hoy Sergio Massa carece. Esto último aumenta los rumores de que se termine bajando para ganar cómodo la provincia de Buenos Aires -sumado a la falta de financiamiento y la baja en las encuestas-, ya que siendo gobernador a los 43 años no se vería -para muchos- como una derrota.

Hoy Mauricio Macri se perfila como el más claro opositor al oficialismo y, alentado por los sondeos, deberá apostar al ballotage para tener chances de convertirse en el próximo presidente.

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