Por Carlos Tórtora.-

El gobierno se encuentra en una encrucijada entre los gobernadores, que pugnan por suspender las PASO, y La Cámpora, que defiende su realización. Los primeros quieren evitar que los segundos usen el mecanismo de las PASO para presentar listas opositoras en la interna de cada distrito, lo que se dificultaría si se vuelve al viejo sistema de elección de candidatos por el aparato partidario. Pero más allá de esta pulseada, la realidad es que las PASO se realizarían el segundo domingo de agosto, en lo que puede ser la instancia de mayor contagio del Covid-19. En la cumbre del Frente de Todos de anteayer, varios -entre ellos el ministro del interior Eduardo Wado de Pedro- plantearon una alternativa nueva para salvar las PASO, esto es, postergarlas, lo que implica postergar también las elecciones generales. De este modo se evitaría votar en el pico del invierno y se daría más tiempo a la campaña de vacunación. En materia jurídica, se trata de modificar dos leyes. Lo primero es el artículo 20 de la 26.571, que establece que “las elecciones previstas en el artículo anterior deben celebrarse el segundo domingo de agosto del año en que se celebren las elecciones generales previstas en el artículo 53 del Código Electoral Nacional”. El segundo es el artículo 53 del Código Electoral Nacional, que prescribe “la elección de cargos nacionales se realizará el cuarto domingo de octubre inmediatamente anterior a la finalización de los mandatos, sin perjuicio de las previsiones del artículo 148”.

Mediante estas dos reformas, las PASO podrían quedar para fines de septiembre y las generales para fines de noviembre, esto al filo de la finalización de los mandatos legislativos el 10 de diciembre.

Perjuicios y beneficios

La idea de postergar tomó por sorpresa a la oposición y en Juntos por el Cambio se escucharon unas primeras opiniones que expresan la desconfianza sobre la iniciativa. La postergación implicaría de hecho un mes más de campaña electoral, lo cual favorecería al oficialismo, que cuenta con recursos económicos considerablemente mayores. Otra consecuencia es que habría así un mes más de plazo para la negociación de las alianzas. El gobierno se ilusiona además con que con la postergación habría tiempo de que se verifiquen los resultados positivos de la campaña de vacunación y que esto tenga repercusiones en materia electoral. Un gran éxito de la vacunación sería prácticamente la única carta fuerte de Alberto Fernández en un año donde la economía no daría ninguna buena noticia significativa. Nadie se pregunta, hasta ahora, qué pasaría si el nivel de contagios sigue alto para las fechas de las elecciones postergadas.

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