Por Carlos Tórtora.-

Las declaraciones del Ministro de Justicia Germán Garavano acerca de que “no es bueno para el país el desafuero y la detención de CFK”, expresó lo que todos saben: la estrategia electoral del gobierno gira en torno a contar con la ex presidente como rival de Mauricio Macri en las próximas elecciones. Un eventual desafuero de Cristina implicaría su prisión preventiva, que no le impediría ser candidata pero la colocaría en una posición de debilidad de cara a las urnas. No es casual que Garavano se haya sincerado de esta manera a pocos días de que el peronismo anti K se relanzara con el acuerdo entre Juan Schiaretti, Sergio Massa, Miguel Ángel Pichetto y Juan Manuel Urtubey. Paradójicamente, el ala del peronismo más negociadora y preocupada por la gobernabilidad es la que representa la amenaza electoral más seria para el macrismo porque, como señalan varias encuestas recientes, en un ballotage Massa y Urtubey se impondrían a Macri pero no así Cristina.

Polarización

El nuevo factor que aparece influyendo en el panorama electoral es la profundización de la recesión con las nuevas medidas económicas. El malestar social que se daría en los últimos meses aumentaría la polarización de la sociedad abonando las posiciones extremas. En otras palabras, que el proceso socio-económico alimentaría el caudal cristinista y no sería el escenario adecuado para las posturas contemporizadoras. Así, la defensa de la gobernabilidad que hacen Massa, Pichetto y Urtubey podría perder terreno si la tensión social se exterioriza en conflictos mayores.

El empobrecimiento de buena parte de la población contribuiría entonces a fortalecer la polarización kirchnerismo vs. macrismo, dificultando la evolución del otro peronismo.

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