Por Jorge D. Boimvaser.-

Cuando María Eugenia Vidal le hizo morder el polvo de la derrota, el quilmeño entró en una depresión a la que después se sumó Daniel Scioli. Ambos se aborrecen y posiblemente se pasarán facturas varias de aquí en más.

Aníbal habló después de la derrota pero su voz aún mantenía cierto reflejo que le es característico. Altanero, confrontador y algo así como “voy por la revancha”. Igual que esos boxeadores que pierden un combate pero piden otra oportunidad.

Se nota cuando habla de que vive empastillado, Rivotril o esos ansiolíticos que dejan una lentitud en la lengua y el paladar que es inconfundible en quien baja dos cambios de golpe.

Pero después de la fuga y captura de los tres criminales, el golpe para Fernández fue total y definitivo.

Son esos golpes de los que no se regresa nunca más.

Pero no es un personaje que se va a quedar de brazos cruzados. Y tiene un blanco en la mira de quien conoce todos sus trapos sucios y más aún.

Cuando Fernández habla metafóricamente de que le dispararon “fuego amigo”, no lo dice ni por Scioli ni por Julián Domínquez.

Lo dice por Cristina, cuya mano y billetera estuvieron detrás de aquella entrevista en la que el Lanatta con doble T le contó al Lanata con una T la red mafiosa de narcotráfico cobijado bajo la égida quilmeña…

En algún momento Aníbal les decía a ciertos operadores de la vieja SIDE que hicieran correr la versión de que “la morsa” no era él sino que se trataba de Alejandro Granados. Por portación de bigote, el ex Ministro de Scioli se ligaba un sanbenito que no le correspondía.

Pero ya queda claro quién es quién. Nos dicen que Cristina celebra la caída de Aníbal, y también la de Scioli.

Pero más celebra que la sociedad le firmó el certificado de defunción al Fernández de Quilmes. No lo decimos nosotros, lo dice el mismo “Barba” Gutiérrez -ex in tendente quilmeño-  a quien la sombra de Aníbal también lo terminó llevando a la derrota.

¿Por qué Cristina está tan feliz como el mejor Riquelme? Porque la viuda de Néstor nunca le perdonó a Aníbal que comenzara con armar un proyecto presidencial para dentro de cuatro años sin siquiera preguntárselo ni anunciárselo. Oscar Parrilli fue quien le dijo a la entonces Presidente que Aníbal se cortaba solo.

En las próximas entregas iremos ofreciendo detalles de quiénes ganaron y quiénes perdieron en esta fuga de película y la captura que para Macri fue como el gol salvador en el último minuto del partido.

Los socialistas santafecinos le pasaron una vieja factura haciéndolo quedar en ridículo cuando tuiteó que los tres prófugos estaban atrapados y sólo había caído Martín Lanatta.

Pero el Jefe de Estado no puede vivir confiando en que siempre un gol a los 45 minutos del segundo tiempo lo salva del papelón.

Chau, Aníbal, nos vemos en Tandil el 12 de marzo, cuando toque allí el Indio Solari.

Después, cada uno seguirá en lo suyo; pero este hombre a la política no vuelve más.

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