Por Carlos Tórtora.-

La foto de las últimas horas muestra una imagen sorprendente de la crisis de la pandemia. Horacio Rodríguez Larreta estaría dispuesto a adoptar el cierre total los fines de semana, en tanto que Axel Kicillof duda acerca de adoptar medidas muy duras. Esto significa que se invirtieron los roles. La Ciudad se volcaría a la postura más severa, en tanto que Buenos Aires tendería a la moderación. Esto merece una explicación. Las mediciones de la última quincena coinciden en que la mayoría de los porteños están más preocupados que antes por el aumento del COVID 19 y que se redujo la cantidad de gente que quiere el levantamiento de las restricciones. Esto impulso el giro de Larreta, que sabe que por ahora al menos se redujo el espacio público de su rival Patricia Bullrich. Con el cierre de los fines de semana, el Gobierno de la Ciudad se expone a una ola de quiebras pero actúa con la opinión pública a favor.

De este modo, el jefe de gobierno arría en parte la bandera que sostuvo desde el año de imponer restricciones mínimas.

Hacia el voto castigo

Otra es la realidad bonaerense. Tanto Alberto como Cristina Kirchner estarían muy preocupados por las encuestas realizadas en el segundo cordón del conurbano. Las mismas muestran un creciente malestar económico en los sectores medios y bajos, con un fuerte distanciamiento del gobierno. Un cierre más severo aceleraría entonces la pérdida de votos del oficialismo. El temor a un voto castigo masivo está cada vez más presente en la Casa Rosada. En este punto la vicepresidenta sería inflexible: no se puede dar el lujo el kirchnerismo de perder votos en el corazón del conurbano. Esta preocupación ya se notó en la resistencia del gobierno bonaerense a controlar las ferias a cielo abierto, donde no se cumple el distanciamiento pero son vitales para la economía popular. Ahora, Kicillof sostendría que sin IFE y sin ATP sería explosivo un cierre total de fin de semana.

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