Por Carlos Tórtora.-

El horizonte electoral porteño era tal vez el más frío del país. El PRO controla la mayoría en la Legislatura y en las 15 comunas, Horacio Rodríguez Larreta sería seguramente reelecto, si no le toca sucederlo a Mauricio Macri en la Casa Rosada, y el oficialismo tiene la vaca atada. Sin embargo, la política es siempre rica en imponderables: el jefe de gobierno padecería el mal de Parkinson y este problema lo inclinaría a no buscar su reelección en el 2019. A partir de este dato central, se están generando movimientos que no sólo agitan el tablero porteño sino que influyen en el plano nacional. En primer lugar, esta la vocación del actual embajador en los EEUU Martín Lousteau por ser jefe de gobierno, sobre todo teniendo en cuenta que en la última elección le pisó los talones a Larreta y, como señalan algunos encuestadores, “si la campaña duraba quince días más, el PRO hubiera quedado segundo”. En la Casa Rosada especulaban con que Lousteau no interfiriera en el proceso electoral, ya que está a cargo de la embajada número uno. Pero el economista ya estaría calculando encabezar una lista para diputados nacionales para ganar la capital y plantarse como el candidato fuerte a jefe de gobierno para el 2019. Lousteau no cree demasiado en las pertenencias partidarias, así que podría aceptar ser postulado por el PRO. Pero en el macrismo la desconfianza se impone: no sólo estarían entronizando a un político individualista y que no adhiere al partido amarillo sino que podría ocurrir algo peor: que Lousteau tenga él éxito suficiente como para plantarse como candidato presidencial, lo que significaría que el macrismo habría construido un Frankenstein casi imparable.

Mientras tanto, desde las filas oficialistas, aunque tampoco del PRO, la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich les dice a propios y extraños que ella encabezará la lista de diputados nacionales por la Capital. Sería un modo de protegerse de su alicaída gestión en Seguridad, donde no sólo no se destaca sino que muestra un ritmo muy distinto de la guerra contra el narcotráfico que prometiera Macri.

Ocaña y Michetti

Claro está que Lousteau y Bullrich no corren solos. Muchos miran a una figura independiente que suma puntos desde sus denuncias judiciales, especialmente la dirigida al Fútbol para Todos. La actual legisladora y ex ministra de salud mantiene excelentes relaciones con Macri, aunque tampoco anda mal con Sergio Massa, cuya potencia en Capital es más bien escasa y cuenta con una incipiente mesa política que conduce Marco Lavagna. Como dato aparte, Ocaña no cesa de crecer en las encuestas.

La no reelección de Larreta -un secreto a voces- es realmente una mala noticia para el PRO que, si algo no quiere, es que se agiten las aguas de su principal distrito.

Por otra parte, Larreta actuaba como un contrapeso de María Eugenia Vidal en la eventual carrera por la sucesión de Mauricio Macri. Con las nuevas perspectivas, Vidal aparece como la estrella más brillante en el horizonte del PRO.

En medio de esta incipiente trama, un sector del entorno de Macri ya piensa en otra alternativa: recurrir a la hoy castigada Gabriela Michetti para que deje la vicepresidencia y sea la primera candidata diputada a diputada, como plataforma de lanzamiento de su candidatura presidencial.

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