Por Carlos Tórtora.-

Con el dólar blue pisando los 170 pesos y el Covid-19 aproximándose al millón de contagios, el gobierno ingresó en una etapa de acelerado desgaste. Alberto Fernández está rodeado por versiones sobre un cambio de gabinete que se consolidan a medida que aumenta la falta de respuestas oficiales. Para los que sostienen que Cristina Kirchner tiene las riendas del poder, la situación tiene más de una faceta. El mayor desgaste presidencial podría significar que el poder de ella se consolida al no verse expuesta a las mismas tensiones. En materia de números, las encuestas muestran que la vicepresidenta, siempre con una alta imagen negativa, no se ve afectada en mayor medida por los embates que sufre su socio político. En otras palabras, que los números sobre Cristina Kirchner son bastante inelásticos.

Ante la crisis, el silencio de ella es elocuente y se presta a distintas interpretaciones. Su ventaja es que tanto puede entenderse como que toma distancia de lo que hace AF como que consiente sus iniciativas. No hay dudas de que Cristina está a la espera de que la Corte resuelva el per saltum presentado por los camaristas Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli. Más allá de la importancia que tiene el caso en sí mismo, está su trascendencia. Si se pronuncia a favor de los tres jueces, el alto tribunal estaría enviando un mensaje de independencia del Ejecutivo que traería múltiples consecuencias. Para el kirchnerismo duro, el sometimiento de la justicia no sólo significaría la neutralización de los magistrados en las causas pendientes por corrupción, sino también la prevención de que no se formen nuevos procesos en los tiempos por venir.

En el Senado hay quienes afirman que, si la Corte otorga el per saltum, Cristina se haría oír para señalar que el Poder Judicial intenta desestabilizar al Ejecutivo.

Con la mirada puesta en Biden

La prudencia de la vicepresidenta tendría también que ver con los cambios en el contexto regional. Si se concreta lo que anuncian la casi totalidad de las encuestas, Joe Biden sería el sucesor de Donald Trump y podría haber cierto diálogo entre la nueva administración y el gobierno venezolano, lo que distendería también la situación regional. El kirchnerismo alienta expectativas de diálogo con una probable administración demócrata. En otro orden de cosas, los seguidores de Cristina están pendientes del probable triunfo del candidato del MAS, Luis Arce, en las elecciones presidenciales bolivianas. Se trataría de una vuelta al poder indirecta de Evo Morales, que viene conduciendo a sus partidarios desde las facilidades que le da su condición asilado en la Argentina.

Por último, en la Casa Rosada prevalece la creencia de que, si hay cambio de gabinete, el mismo saldría de un acuerdo entre el presidente y la vicepresidenta y que esta última aprovecharía la ocasión para colocar más de sus alfiles en la primera línea del gobierno.

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