Por Guillermo Cherashny.-

“Nada personal” tituló Horacio Verbitsky en su editorial del domingo en “El cohete a la luna” para demostrar que el acuerdo con el FMI marca las diferencias ideológicas entre Alberto y Cristina, porque mientras el presidente alega que quiso evitar el default, el kirchnerismo sostiene en líneas generales que esa negociación limita la emisión monetaria, implica un ajuste del gasto público y genera una devaluación del peso que afecta el salario de los trabajadores. En realidad, ni Cristina ni Máximo boicotearon el acuerdo con el organismo internacional, ya que sólo hicieron votar en contra a un tercio de la representación parlamentaria del Frente, pero permitieron que se apruebe con una mayoría importante, es decir que Cristina y Máximo sabían que no había otro camino pero era importante mantener la bandera contra el ajuste inevitable.

Pero al difundirse el índice de inflación de febrero del 4,7%, el presidente, en un desliz verbal, dijo que le declaraba la guerra a la inflación, pero al conocerse las medidas que anunció Matías Kulfas en combinación con Roberto Feletti quedó claro que las diferencias entre los dos son personales y no sobre el rumbo económico. Además, el kirchnerismo es más pragmático que el nonato albertismo, porque apoyarían un plan de estabilización y crecimiento como propone desde siempre Sergio Massa; en cambio el presidente se autopercibe como líder de la pseudo izquierda latinoamericana al estilo de Venezuela Nicaragua y muy distinta a la que encarnó Lula y ahora Boric.

En un reportaje a Massa en el diario Clarín, señala como un líder a seguir a Lula da Silva, quien llegó de la izquierda a la presidencia de Brasil y nombró como presidente del banco central a Mirelles, entonces CEO internacional del First Boston y que gobernó ocho años con sólo el 5% de inflación anual, lo que demuestra es que este gobierno de AF no es de izquierda sensata sino de un populismo sin plata destinado al fracaso.

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