Por Carlos Tórtora.-

La ligera brisa que impulsaba una concertación opositora duró poco. La convocatoria a conversar la inició Sergio Massa en relación a Mauricio Macri y Margarita Stolbizer y hasta dicen que la reunión entre los dos primeros existió. Pero toda la alquimia que se volcó sobre la mesa resultó completamente ilusoria. Massa no puede -ni quiere- bajarse de su candidatura. porque implicaría abandonar a su suerte a cientos de candidatos a cargos electivos que dependen de su boleta. Siguiente opción: que Felipe Solá renunciara para beneficiar el hipotético triunfo de María Eugenia Vidal y que CAMBIEMOS y UNA, ganando la provincia, formaran un gobierno de coalición. Otra alternativa fallida, porque buena parte de los votantes de Solá terminarían con Scioli y el triunfo se esfumaría.

En este menú también figuraba la posibilidad de que Massa se bajara a cambio de que Vidal hiciera lo propio. Pero el balance negativo sería el mismo: los votos de ambas alianzas no se sumarían más que en un mínimo porcentaje.

Así las cosas, los grandes protagonistas opositores, es decir Macri y Massa, se reservan para, en caso de imponerse Daniel Scioli en primera vuelta, descargar sus culpas uno sobre el otro.

Otra cosa es la segunda vuelta

Claro está que si esto no ocurre y hay ballotage, entonces sí se reabriría una negociación más concreta. Una segunda vuelta entre Macri y Scioli pondría a UNA en un serio aprieto. Es que para empezar, José Manuel de la Sota se inclina cada vez más por sciolizarse. Esto es, convertirse en un actor de la reunificación del peronismo que propone el líder naranja. Para los que gobiernan la provincia de Córdoba esto está bien, porque les rinde en términos de negociación con el poder. Pero no se advierte qué podría ganar Massa sumándose a Scioli que, en definitiva, sería un triunfador cristinista. Da la impresión que en la conflictiva relación entre Macri y Massa, que recuerda a la de aquél con Francisco de Narváez, habría una luz en el final del túnel.

El sciolismo, con Aníbal Fernández de gobernador, no tiene nada que ofrecerle a Massa, cuyo esquema de poder territorial sería arrasado. Por el contrario, CAMBIEMOS, que está muy lejos de haber construido un aparato provincial sólido pese al excelente resultado obtenido por Vidal, sí podría cederle al tigrense el rol protagónico en Buenos Aires. Y más aún si finalmente Aníbal Fernández fuera electo gobernador y Macri llegara a la Casa Rosada, un aliado como Massa sería fundamental para que el PRO contenga al sólido eje de poder que el kirchnerismo conformaría en Buenos Aires.

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