Por Carlos Tórtora.-

Impulsadas sin duda desde el mismo vértice del poder, estas PASO mostraron que el sistema electoral en su actual marco legal está más cerca del colapso que de consolidarse. Los síntomas son múltiples. Para empezar, la Cámara Nacional Electoral, un mes y medio atrás, advirtió en una acordada que el gobierno continúa en la misma línea que la anterior kirchnerista en el sentido de no traspasar el efectivo control de los comicios a un órgano no dependiente del Poder Ejecutivo, por caso la misma Cámara. Santiago Dalla Via y Alberto Corcuera fueron proféticos, ya que sostuvieron que no garantizaban la transparencia de los comicios. El tiempo les dio la razón, ya que el recuento de votos en el principal distrito del país, Buenos Aires, fue todo menos transparente.

Pocos días después de esta advertencia judicial, se desencadenó un episodio importante pero escasamente analizado por los medios. A través de un trascendido salido de la Dirección Nacional Electoral, la opinión pública se enteró de cuánto cobrarían en concepto de aporte para la impresión de boletas los partidos participantes en las PASO. La estrella de esta información fue el neonazi Alejandro Biondini, cuyo partido Bandera Vecinal, al presentar seis listas de precandidatos a senadores por Buenos Aires, percibiría nada menos que 20 millones de pesos. El escándalo -impulsado tal vez desde la propia Casa Rosada- golpeó a los partidos en general y a las PASO en particular, como un esquema corrupto e inconfiable. Desde varios programas televisivos de gran rating, se desató simultáneamente la campaña “me afiliaron de prepo” destinada a poner en evidencia que todos los partidos practican las afiliaciones truchas.

Como es obvio, nada de esto parece casual, sobre todo si recordamos que Mauricio Macri no les perdonaría a los jueces electorales -y en especial a María Servini de Cubría- que el año pasado le hicieran fracasar al oficialismo su proyecto de ley de reforma política, que incluía la boleta electrónica. Hubo argumentos en contra del proyecto que son difíciles de contestar. Por ejemplo, que en muchos lugares del interior hay centros de votación que carecen de electricidad.

Volviendo a los fondos partidarios, dando una pirueta de 180 grados, la Cámara Nacional Electoral, donde predomina la influencia de la UCR, dejó de lado su propio fallo en el caso UNEN (del 2013) y el fallo de la Corte Suprema que lo ratificó. Ambas sentencias decían que debía establecerse la igualdad de oportunidades para todos los partidos y que, por lo tanto, se debían pagar boletas equivalentes a un padrón y medio de electores por cada lista de precandidatos y no por cada partido, como dice la ley. Los camaristas, en una serie de fallos que rozan el escándalo jurídico, borraron con el codo lo que escribieron con la mano y, con tal de no aparecer convalidando el pago a Biondini, abandonaron la tesis de la igualdad de oportunidades y dejaron a los partidos que tenían varias listas casi sin financiamiento.

El resultado es el que se vió: las PASO mostraron una acumulación de votos en grandes fuerzas electorales como CAMBIEMOS y Unión Ciudadana, que en realidad actúan contra el espíritu de la ley de primarias porque presentaron lista única, evitando toda competencia interna y convirtieron la elección en una encuesta de costo multimillonario para el estado.

Con este marco es que estalló el domingo pasado, tres horas después de cerradas las urnas, el escándalo con CFK. La manipulación ostensible de los datos por parte del oficialismo otra vez puso de manifiesto que el Ministerio del Interior, Obras y Servicios Públicos no debe seguir siendo juez y parte de los comicios.

A todo esto, las campañas de los grandes partidos en televisión y radio mostraron una obvia violación de la ley de primarias, que establece la igualdad de espacios para todos los partidos de cada distrito y la prohibición de contratar publicidad en forma privada. Cualquier medición de la publicidad emitida demostraría que, por ejemplo el oficialismo, hizo una campaña de saturación de la opinión pública que excedió totalmente lo permitido legalmente.

En este clima de crisis del sistema es que marchamos hacia las elecciones generales de octubre. Con gran simplismo, el macrismo responde diciendo que todo se solucionaría con la boleta electrónica. La realidad indica que la manipulación del sistema electoral que tanto se le criticó al kirchnerismo no sólo no terminó sino que está siendo recreada por un PRO cada vez más dispuesto a olvidarse de sus promesas de transparencia.

Share