Por Carlos Tórtora.-

Mauricio Macri logró sus objetivos en el G2O: la organización de la cumbre fue eficiente, Argentina pudo mediar para que el documento final atenuara la tensión existente entre Europa y los EEUU y la Casa Rosada se llevó promesas de inversiones por parte de Xi Jinping. Las lágrimas de Macri en el Teatro Colón tiñeron de emoción su imagen habitualmente fría.

La pregunta que se abre es si el ocupar un protagónico en la política internacional se puede transformar en votos para Macri. A muchos les viene a la memoria cómo los festejos oficiales del Bicentenario crearon un clima triunfalista para CFK, que así pasó al frente dejando atrás la derrota electoral del 2009. Por el contrario, la aventura de Néstor Kirchner como Secretario General de la hoy semidisuelta UNASUR transcurrió en la mayor intrascendencia. La imagen de Kirchner en la selva colombiana tratando de mediar en la crisis de los rehenes de las FARC quedó en la historia de las frustraciones de nuestra política exterior.

En los 90, la audaz alineación de Carlos Menem con los EEUU y la campaña oficial sosteniendo que éramos primer mundo consiguió entusiasmar a buena parte de la clase media al compás de la invasión de Miami por los turistas argentinos.

Malos antecedentes

Salvo excepciones como la mencionada, la regla es que los argentinos tienen escasa predisposición a darle trascendencia interna a los temas internacionales. Hasta el conflicto por Malvinas fue tomado tradicionalmente con frialdad y sólo la gravedad del conflicto bélico hizo que el tema ganara la calle.

El PRO adhiere, desde la cátedra de Jaime Durán Barba, a la corriente que practica la desmitificación de la política, procurando la desmovilización de la gente y la concentración de los esfuerzos en el trabajo en las redes sociales. Es evidente que ante el alineamiento de Jair Bolsonaro con la administración Trump a Macri se le abre un espacio como figura de equilibrio en el cono sur. Pero como se ve, los antecedentes indican que este rol no tendría de por sí un efecto electoral importante. Curiosamente, su casi segura rival electoral Cristina Kirchner está buscando otra vez protagonismo internacional como líder del populismo sudamericano. El derrumbe del PT en Brasil favorece sus propósitos. CFK, a la inversa de Macri, está acostumbrada a hacer de la política exterior un capítulo estelar de su relato movilizador.

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