Por Carlos Tórtora.-

En el entorno presidencial hay voces que reclaman una contraofensiva para que Alberto retome el protagonismo. Hay en este sentido preparativos para que el jefe de gabinete Santiago Cafiero salga en la foto del polo negociador que componen Máximo Kirchner, Eduardo Wado de Pedro y Sergio Massa. La intención sería que el presidente deje de aparecer distante del sector que hoy lleva la iniciativa en el gobierno. “Alberto debe conducir la campaña electoral y defender a los candidatos”, se escucha decir en la Rosada.

El incómodo Correa

El caso es que un acontecimiento internacional vino a reforzar la postura de los albertistas. El domingo pasado, en el ballotage de Ecuador, el conservador Guillermo Lasso se impuso por 52,49% a 47,51% del correísta Andrés Arauz. Lo notable es que este último había ganado la primera vuelta por casi 20 puntos y en buena medida su derrota se debe a la fuerte presencia que tuvo en su campaña Rafael Correa, sobre todo en las últimas semanas. Como señala el consultor político Carlos Ferrín a BBC Mundo, la campaña de Arauz detectó en la segunda vuelta que Correa «era un tipo muy ruidoso para los indecisos».

«Trataron de esconderlo un poco, pero es imposible esconder a Correa, es como tapar el sol con un dedo, Correa se les escabulle, Correa tiene una cuenta de Twitter, Correa pone videos, Correa termina siendo el tipo incómodo de la fiesta que no tiene reparos en decir cualquier cosa y se puede comer la elección de su candidato», dijo Ferrín.

La influencia negativa de Correa en el resultado final de la campaña electoral habría resultado decisivo.

Para el albertismo, Ecuador es un buen espejo para que el kirchnerismo duro reflexione acerca de la conveniencia de realizar la próxima campaña con las banderas tradicionales k y con Cristina Kirchner mostrándose en las tribunas. Los amigos del presidente abogan por una campaña centrista y moderada.

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