Por Carlos Tórtora.-

Por razones obvias, tanto el oficialismo como la oposición evitan mencionar el tema electoral ante la gravedad de la emergencia sanitaria. Esto no quita que en ambos bandos se esté especulando sobre cómo las decisiones que se tomen en las próximas semanas van a influir en la batalla electoral que se aproxima. El Presidente parece haber resuelto que la llamada bala de plata, o sea, la fase 1, debe quedar como último recurso si las nuevas medidas no alcanzan y las bajas temperaturas hacen aumentar los contagios. En primer lugar, hay que decir que el gobierno necesita con desesperación ganar las cuatro semanas que le daría la postergación de las PASO por un mes. Se trata de un plazo vital, porque el Frente de Todos necesita contar con una tendencia electoral favorable sesenta días antes de la elección. Esto es, a principio de junio o de julio, si sale la postergación.

Todo esto quiere decir que el presidente se juega todas sus cartas durante mayo.

Unidos por el espanto

Es por demás evidente el esfuerzo del kirchnerismo para que el gobierno de la Ciudad no se vaya de la mesa de negociaciones de las nuevas medidas.

La corresponsabilidad de las medidas por parte de Horacio Rodríguez Larreta es un objetivo innegociable para la Casa Rosada. Cuanto más esté ahora la Ciudad conforme con las medidas, menos podría luego en campaña acusar de ineficiencia a Juntos por el Cambio.

Como es obvio, Larreta vislumbra que el gobierno quiere compartir pérdidas con él pero no puede más que aceptar este juego y tratar de imponer algunos criterios. En caso de que pateara el tablero, perdería su elaborada imagen conciliadora y se embarcaría en una guerra, que de ningún modo va con su perfil.

Por su parte, AF se despegó, sin entrar en conflicto, con la línea dura de Axel Kicillof, Daniel Gollan y Nicolás Kreplak para pararse en una postura moderada más próxima a Larreta. Es decir que busca posicionarse como el líder de la moderación impidiendo que el alcalde porteño ocupe ese rol.

El mayor temor electoral del gobierno es que el fracaso de la política de vacunación pase a ser el eje de la futura campaña. El compromiso de la ministra de Salud, Carla Vizzotti, es que entrarán al país 20 millones de vacunas entre mayo y junio para poder llegar en este último mes a la mitad de la población.

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