Por Carlos Tórtora.-

El kirchnerismo no tuvo una historia feliz con la entonces SIDE y terminó entregándole el mando de la inteligencia a un general, César Milani, que a su vez culminó su trayectoria multiprocesado. El macrismo tampoco se siente cómodo en esas aguas y prueba de ello son las sospechas de corrupción que la semana pasada cayeron sobre el titular de la AFI Gustavo Arribas y antes, por otros motivos, sobre su segunda, Silvia Majdalani. Los vínculos entre el pasado K y el presente macrista se dan por la estrecha relación entre esta última y el ex segundo del organismo, Francisco Larcher. Pero sobre todo, las dos eras están marcadas por el ex director general de operaciones, Jaime Stiuso. La fuente de poder de éste sobre sus superiores fue y es justamente la palabra clave revelada en el audio entre CFK y Oscar Parrilli, los carpetazos.

Tanto en las altas esferas del poder, especialmente los empresarios, como en la justicia federal, temen que las carpetas coleccionadas por Stiuso puedan filtrarse a los medios y desatar escándalos judiciales de proyección insospechada.

Lo teme obviamente CFK, que sabe que Stiuso tiene un pacto con el gobierno nacional. Pero con el ex espía nadie se siente seguro y algunos especulan con que la administración Trump podría utilizar los servicios de Stiuso para detonar la conexión de la corrupción en el tratado de cooperación bilateral entre Argentina y Venezuela.

Ida y vuelta

A pocos días de que termine la feria judicial, una de las preocupaciones centrales de la Casa Rosada, es que los carpetazos puedan dar origen a una segunda ola de juicios por corrupción que oscurezca la campaña electoral. A esta altura, el PRO ya no luce tan impoluto como un año atrás y los escándalos pueden golpearlo si la economía no marcha viento en popa. Cristina y Parrilli, cuando denuncian, saben que están en un juego de ida y vuelta.

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