Por Carlos Tórtora.-

El Mundial sirvió, entre muchas otras cosas, para tapar la crítica situación por la que atraviesa el Frente de Todos desde el renunciamiento de Cristina Kirchner a toda candidatura para el 2023. La encrucijada que enfrenta ésta, si mantiene su renunciamiento, es por demás compleja. Ella necesita impulsar un candidato a presidente que sea lo más competitivo posible pero surge en este punto un problema central: la única que tiene un caudal de votos propios en el oficialismo es justamente ella. Y los votos no son transferibles, al menos en un alto porcentaje. Justamente por ese motivo es que CFK integró en el 2019 la fórmula con Alberto Fernández. Si ella ordenara, por ejemplo, votar a Sergio Massa, es probable que muchos de sus votantes no la sigan. Básicamente, el problema parece insoluble, porque no existiría ningún candidato en el oficialismo que pueda arrastrar por sí mismo los votos de Cristina.

Esta situación coloca al kirchnerismo ante un dilema: o ella incumple con su renunciamiento o se arriesga a que el Frente de Todos sufra una derrota electoral aplastante. Por supuesto que, en el sentido contrario, están los que dicen que si consigue una baja pronunciada de la inflación, Massa podría crecer hasta convertirse en un candidato con volumen propio. De ser así, por un lado el FdT tendría un candidato competitivo pero por el otro la vicepresidenta perdería gran parte de su peso político, al haber un candidato que no depende de ella.

El pánico

Así las cosas, el kirchnerismo se encuentra paralizado tratando de auscultar cuál es el plan que su jefa tiene en la cabeza. Por lo pronto, ante el renunciamiento, ningún dirigente dio un paso al frente para postularse a presidente. Todos son conscientes de que sólo pueden candidatearse si ella los bendice y, por lo tanto, la paralización es casi total. Los tiempos son cortos y el desánimo empieza a hacerse sentir en las filas peronistas. Así es que la mayor parte de los gobernadores del PJ ya desdoblaron o están por desdoblar las elecciones locales de las nacionales, en un claro intento por salvarse provincializando los comicios. Y los intendentes del conurbano, principales perjudicados por el renunciamiento de Cristina, están cada vez más inquietos buscando una salida.

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