Por Guillermo Cherashny.-

Las ramificaciones de la importación de efedrina por droguerías locales de segundo orden están comprometiendo cada vez más a figuras de alto nivel. En efecto, las diferentes causas, como el triple crimen, los hermanos Zacarías y la campaña de Cristina Presidente 2007 se unen cada vez más. La importación de efedrina en grandes cantidades a nuestro país cuando en otros estaba prohibida exigió complicidades altas y trasnacionales y el promotor exterior no fue otro que Hugo Chávez, quien convenció al matrimonio Kirchner de su producción en gran escala para pasar por la República Bolivariana y de ahí a los carteles mexicanos como el de Sinaloa, los Zetas y el Golfo, y fue clave que la planta productora de efedrina en la India fuera el Chemo Group, cuyo dueño, Hugo Sigman, ex PC devenido en ultra K, con casi 50 años de profesión, no pudo darse cuenta de que desde su planta en India se mandaba a la Argentina la enormidad de 50 toneladas, cuyo valor, transformada en éxtasis o cristal, pudo llegar a los 5.000 millones de dólares. De ahí que los presidentes de Venezuela y Argentina estuviesen metidos hasta el cuello en la operación, a través de los hermanos Zacarías en la Rosada y en la SEDRONAR, Aníbal Fernández como ministro de Justicia y Seguridad, es decir, del manejo de todas ellas y con incidencia en la bonaerense. El gran teatro de operación fue la provincia de Buenos Aires. También rosario fue clave, pero ahí se trataba de paco y cocaína, salvo Mario Segovia, que también operaba con la efedrina y las droguerías de segundo o tercer nivel.

Como Forza, Ferrón y Bina se quisieron meter y se los sacaron de encima por los Lanatta y los Schillaci -al servicio de Pérez Corradi- y como jefe intermedio Aníbal Fernández y terminal primero en Néstor Kirchner y luego Cristina Fernández. De ahí el encubrimiento a Pérez Corradi por parte de Sergio Berni y del fiscal Franco Piccardi, de Justicia Legítima, la banda de encubridores que en la Justicia tiene todavía el cristinismo.

La denuncia de Graciela Ocaña originó la imputación por primera vez a Sergio Berni -y quizás a Franco Piccardi-, que puede alcanzar a Alejandra Gils Carbó. Es decir que, en tiempo real, estamos en presencia de una miniserie que nada tiene que envidiarle a «El patrón del mal» o «El señor de los cielos».

Todos estos personajes también aparecen en el encubrimiento del asesinato del fiscal Alberto Nisman, como si todo tuviera que ver con todo, como decía muy seguido la ex presidente, lo que demuestra la alta penetración del narcotráfico mexicano en el cristinismo a través de sus máximas autoridades, que encubrieron desde el 2006 hasta diciembre pasado y que ahora, acorralado, resiste desde la Justicia con Gils Carbó, desde sectores del Congreso nacional y bonaerense y dirigentes ligados estrechamente a la ex presidente. Deshilachar esta trama de narcotráfico, crímenes y encubrimiento va por el buen camino pero todavía falta mucho para llegar a descubrir toda la trama.

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