Por Carlos Tórtora.-

El gobierno aprovechó los buenos resultados obtenidos en las PASO para instalar una campaña mediática muy similar a las que usaba hasta el abuso el kirchnerismo. Esto es, la sociedad ya decidió y las elecciones de octubre son un mero trámite que sólo servirán para aumentar los porcentajes obtenidos. La leve mejoría en los indicadores de consumo y de empleo que se espera en el cuarto trimestre sería en principio más que suficiente. Simultáneamente, surgió por primera vez en múltiples medios la imagen de un Macri con una gran concentración de poder personal, en una nueva versión del hiperpresidencialismo local.

En realidad, la posibilidad de un hiperpresidencialismo de Macri se relaciona sobre todo con las reacciones de los factores de poder y los sectores del estado que aún no controla el PRO. El triunvirato que gobierna la CGT salió mal herido de su movilización del martes pasado, sembrada de disturbios, y ya se habla de una nueva conducción para antes de fin de año. La justicia tomó, por su parte, nota de la ofensiva contra el juez federal Eduardo Freiler y la Procuradora Alejandra Gils Carbó y se activaron algunas causas de corrupción emblemáticas contra el cristinismo. Y también se teje en las sombras: Ricardo Lorenzetti habría profundizado su diálogo con operadores de la Casa Rosada para empujar a que Elena Highton de Nolasco deje su cargo antes de fin de año, en vista de sus problemas de salud, entre otros. El elegido para cubrir esa vacante sería el miembro de la Cámara Nacional Electoral Alberto Dalla Via. Éste es el candidato de Ernesto Sanz y Macri lo apoyaría además por otro motivo: Dalla Via sería el motor de un segundo intento de reforma política para implantar la reforma electoral con boleta electrónica, el arma macrista para desmantelar el poder de los aparatos peronistas en el conurbano bonaerense y asegurarse el triunfo en el 2019.

A todo esto, en las cúpulas empresarias la posibilidad de un hiperpresidencialismo macrista es analizada con recelo, porque a los grandes contratistas de obras públicas y a los formadores de precios podría restarles márgenes de negociación con el gobierno. Eduardo Eurnekian percibió los riesgos y convocó a buena parte de la conducción de la UIA y la Cámara de la Construcción a disfrutar de un crucero por el Mediterráneo en su gigantesco yate. Allí se habló -entre otros temas- de cómo negociar con un Macri reloaded.

El probable retorno del multimillonario Sebastián Piñera a la presidencia de Chile el año que viene le abre al sueño macrista perspectivas estratégicas. Un eje Macri-Piñera asociado a la administración Trump podría explotar el debilitamiento político de Brasil.

A los emergentes les falta

Mientras tanto, en el mundo no macrista y en particular en el peronismo hay un recambio generacional con una particularidad: los nuevos emergentes no parecen ser rivales de Macri para el 2019, porque todavía les falta tiempo para crecer. Es el caso típico de Juan Manuel Urtubey, que se miraría en el espejo de su desgastado amigo Sergio Massa, que puede quedar fuera de la carrera presidencial si sale tercero en octubre. El salteño juega al ajedrez y piensa en dejar pasar otro turno. En Córdoba, Juan Carlos Schiaretti se estrelló contra la ola de CAMBIEMOS pero el líder del peronismo local, su socio José Manuel de la Sota, se llamó a silencio como pocas veces, en un gesto que algunos interpretan como una luz verde al nuevo proyecto hiperpresidencialista. Un caso arquetípico es San Luis. Sobre las ruinas de la treintañal dinastía de los Rodríguez Saá, emerge el ex gobernador Claudio Poggi, un aliado del macrismo que piensa en tomar vuelo propio. En el convulsionado Gran Buenos Aires, algunos intendentes del conurbano, como Gustavo Menéndez de Merlo, empiezan a mostrar ambiciones provinciales en un PJ presidido por una figura menor como el matancero Fernando Espinoza.

Los nuevos emergentes no son en general un peligro y hasta pueden ser un apoyo para la reelección de Macri.

Un capítulo aparte es la caída de un proyecto presidencial que tenía un DT importante: Enrique Coti Nosiglia. Martín Lousteau se eclipsó, al menos por ahora, y dejó vacante la oposición moderada al PRO en Capital.

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