Por Carlos Tórtora.-

En una realidad política y económica marcada por los tonos grises, el gobierno impone su ritmo pero no consigue magnetizar ni el apoyo social ni empresario, aunque va conteniendo a un sindicalismo menos agresivo que el del estilo Moyano.

A Macri no le faltan fantasmas en su horizonte. Se trata de riesgos que pueden convertirse en amenazas mayores si se proyectan sobre otros factores, como sería un eventual fracaso del blanqueo. El embajador en los EEUU, Martín Lousteau, es otro fantasma. Ya es público que la UCR porteña avalaría su candidatura a diputado nacional por la Capital el año que viene. Esto obligaría al PRO a buscar un candidato de alta popularidad que hoy no tiene, excepto Elisa Carrió, que haría una campaña sin Jaime Durán Barba y Marcos Peña. Si por caso Lousteau le ganara la Capital al PRO y éste venciera en Buenos Aires, los efectos podrían ser impactantes: María Eugenia Vidal se empinaría en dirección a la presidencia en tanto que Macri  podría eclipsarse.

Desde otro angulo, otra inquietud presidencial es si el esquivo Sergio Massa, hoy en baja, no puede resurgir el año que viene y ganarle a Cambiemos demostrando que la mayor parte del electorado ya no está tan complacida con el partido de los globitos. De la volatilidad electoral dio una prueba el pueblo colombiano días atrás al rechazar el acuerdo con las FARC, que luego le valió a José Manuel Santos el Premio Nobel de la Paz. Esta fluidez del voto tiene que ver en la Argentina con que el peronismo está en estado gaseoso y, excepto el núcleo de hierro K, el resto está buscando su destino, desde el PRO hasta Juan Manuel Urtubey.

Justicia, Iglesia y Trump

El rumbo de la justicia también inquieta a Macri por varios motivos, entre ellos que la Corte Suprema, ya con cinco miembros, parece haber aceptado que continúe el liderazgo de su actual presidente, Ricardo Lorenzetti, hasta el 2018, lo que le augura al gobierno tiempos difíciles. Que la Camara Federal de La Plata -últimamente muy activa- haya declarado la imprescriptibilidad de la corrupción no tranquiliza del todo al gobierno. Esta tendencia, empujada desde el norte, hace más posible que, después de la oleada de causas por la corrupción K, los jueces federales opten por avanzar contra los flancos débiles del macrismo, siempre muy cercanos a la sobrefacturación de la obra pública. De varias causas por corrupción habrían hablado la semana que pasó Macri y Daniel Scioli en Olivos. Muy preocupado este último por las embestidas judiciales en su contra.

Este tema se entronca con otro fantasma. Macri está a punto de visitar al Papa para limar asperezas. Pero el Vaticano cree más en los números. Si los niveles de pobreza y marginalidad siguen así, habrá con seguridad una prédica crítica en los púlpitos que en nada ayudará electoralmente al gobierno. Bergoglio, aun moderándose, tiene con relación a la grieta social un limite muy marcado. El macrismo cree que combate esta debilidad mostrando más caras peronistas y Vidal, para el próximo 17, invitará al Momo Venegas y otras figuras que representan al peronismo pero no al descontento social.

Por ultimo, si Donald Trump llega a ser presidente, podría haber mayores exigencias de la primera potencia en el Cono Sur en cuanto al combate al narcotráfico. Como ironizó en un reportaje Aldo Rico días atrás, la guerra contra el narcotráfico en la Argentina no existe. La razón es que no hay enfrentamientos, ni muertos, ni una acción agresiva contra los jefes de la droga. Todo es muy light, casi inverosímil y propio de un sistema donde el enemigo juega adentro.

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