Por Carlos Tórtora.-

En sendas notas publicadas en Perfil y en Noticias, Jaime Durán Barba y James Neilson instalaron el mismo concepto para definir el curso del experimento de la fórmula Fernández-Fernández. Lo calificaron de bomba de tiempo. Esto es, que la dualidad de poderes que se desarrollaría en caso de triunfar el binomio tendría un destino explosivo semejante al del peronismo en la década del 70.

Si éste es el eje argumental que elegirá el macrismo para hacer campaña, es de suponer que los Fernández extremarán el cuidado de sus apariciones en público. En estos primeros días de campaña, Alberto F aparece como el vocero político del kirchnerismo y ocupa el lugar central en tanto que ella se repliega hacia un rol monárquico. Este esquema parece funcionar pero habrá que ver cómo se comportan los distintos actores ya que es sabido que La Cámpora nunca toleró a Alberto F y que el pacto que éste está intentando con Clarín no contaría con la aceptación de muchos dirigentes K. De cualquier modo, la tesis de Durán Barba y Neilson deja en evidencia una verdad ´política indiscutible: en un país absolutamente presidencialista no pueden convivir pacíficamente en el gobierno dos poderes distintos.

Hay que dar por hecho que si Alberto F se calza la banda presidencial intentará plantear un gobierno moderado con un plan económico acordado con la oposición y en sintonía con la administración Trump y el FMI. Es una posibilidad que sectores de La Cámpora y de los movimientos sociales levanten frente a esto las banderas del socialismo del siglo XXI y rechacen que el kirchnerismo se transforme en un partido socialdemócrata. En tal caso, CFK deberá optar entre ponerse a la cabeza de los rebeldes o solidarizarse con el presidente, que tendría fuerte apoyo internacional.

Una amnistía en el horizonte

Pero la evolución de la relación entre los Fernández estará marcada por el factor judicial. La ex presidente llegará a las próximas elecciones con 10 procesamientos en su haber o más aún si se agilizan otras causas pendientes. Esto arrastra en el caso de Los Sauces, por ejemplo, a Florencia y Máximo Kirchner. La solución política y tal vez la única solución para semejante hipoteca sería una amnistía de la corrupción que también sería del agrado del macrismo, que ya acumula un historial abundante en Comodoro Py. El consenso en el Congreso para semejante empresa exigiría que sea el propio presidente el que impulse el tema. Y esta situación haría que ella tenga hoy una dependencia de su ex jefe de gabinete mucho mayor de lo que pueda parecer a simple vista.

Tal vez esta debilidad de CFK le genere a Alberto F el suficiente espacio como para poder construir su propia estructura de poder, aliándose a Sergio Massa, la CGT y los gobernadores del PJ, que le restarían espacios de poder al kirchnerismo.

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