Por Sebastián Dumont.-

En parte alimentada por el PRO, comenzó a nacer entre los intendentes del Frente para la Victoria la idea de armar un espacio que les permita dejar atrás su pasado K, en algunos casos ultra, para darle paso a un nuevo esquema que les permita estar en la mesa de negociaciones de la política bonaerense. Para ello, empezaron a barajarse varias opciones. La más osada sería la de presentar candidato propio, donde ya suena el nombre de Martín Insaurralde. Aunque no se descarta que muchos terminen con Massa o incluso Florencio Randazzo. En todas las alternativas, salvo la de Massa, está la mano del oficialismo para lograr una oposición lo más atomizada posible.

Sin el control del gobierno nacional y provincial, que sirve para ordenar las jerarquías, el peronismo ha entrado en un clima de ebullición donde la conducción del mismo está en permanente discusión. Y lo seguirá estando durante mucho tiempo. Al menos, como mínimo, hasta el año que viene, después de las elecciones.

El surgimiento de un grupo de intendentes denominados “dialoguistas” es como consecuencia de lo acéfalo de la conducción nacional y provincial, más allá que el partido tenga sus correspondientes autoridades. Pero como decía Perón, el partido no sirve nada más que para ir a una elección. No legitima naturalmente ningún liderazgo de movimiento.

Los jefes comunales ven la oportunidad de armar un esquema propio. Parecido a lo que fue el nacimiento del FR en 2013 con Sergio Massa a la cabeza. A diferencia de aquello, hoy todavía no hay ninguno de ellos que tenga las mediciones que tenía en tigrense por aquel entonces.

Por tal razón, las opciones son diversas. Incluso una de ellas es acordar con Massa. En esa línea parecen mostrarse más de acuerdo Ariel Sujarchuk, Leonardo Nardini y Gustavo Menéndez, quienes suelen moverse en tándem. Otra línea es la de Gabriel Katopodis o Martín Insaurralde que, si bien hablan con Massa, también piensan en Randazzo o incluso en encabezar el propio Insaurralde. De todos ellos, sin dudas, el marido de Jésica Cirio es quien tiene el mayor nivel de conocimiento.

Igualmente, nada de ello puede mirarse sin la injerencia del oficialismo que también buscará captar peronistas a su espacio. Arrancó con De La Torre, que se incorpora al gabinete de Vidal. Pero al mismo tiempo, desde Cambiemos podrían seducir a ese grupo de jefes comunales para que se animen a ir con listas propias. Y de paso, esmerilar a Massa. Desde la óptica del negocio político para el gobierno está bien. Pero nunca debe olvidarse que los intendentes miran la conformación de sus concejos deliberante antes de tomar algún camino. Sobran los dedos de una mano para encontrar aquellos alcaldes que se animaron a ir contra la corriente de las encuestas y basarse en su convicción política.

Se sabe que en el gobierno nacional lo necesitan a Massa igual que en provincia, pero les disgusta la necesidad de tener que sentarse a acordar cada paso legislativo. “Con Massa es todo el tiempo ir a paritarias”, gráfico un diputado del FPV de la provincia de Buenos Aires. El problema, para todos ellos es que el tigrense sigue midiendo muy bien.

Una de las ideas de Cambiemos es convencer a los intendentes de que vayan con lista propia y armen en cada sección legisladores que le respondan. De esa manera, el día después, si a Massa le va bien, ellos podrán sentarse a negociar a futuro en base a lo que obtengan en las urnas. En cambio, si van en la lista de Massa, todo será del líder del Frente Renovador.

Aunque en público nadie quiera hablar de política electoral, el tema ya está lanzado. Y las opciones que se barajan como alternativas son, entre otras, las antes descriptas.

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